ANÁLISIS DE DEPORTES
La Liga más desigual
Por Alejandro G. Nieto
3 min
Deportes16-05-2010
La Liga "más igualada de la historia", como muchos han resuelto en llamarla, ha tocado a su fin. El desenlace fue el esperado, pues por mucho que el Real Madrid le haya echado corazón y casta, el Barça ha demostrado esta campaña que, en lo que a juego se refiere, todavía está un paso por delante. La emoción, con todo, aguantó hasta la última jornada, y ello embelleció una temporada vibrante como pocas, pues hasta los tres puestos de descenso hubieron de resolverse en la fecha final. Con todo, la temporada 2009/2010, por mucha emoción que haya brindado a los aficionados, ha reflejado con claridad las enormes desigualdades que existen entre los clubes españoles. Al contrario que en ligas como la inglesa, la alemana, la italiana o la francesa, en las que las diferencias entre los cinco primeros clasificados han sido inferiores a veinte puntos, en España la brecha es impresionante. Casi treinta puntos han separado al Barcelona del tercero, el Valencia, y de ahí al resto ha emergido un abismo insólito. Barça y Madrid han completado, en números, la mejor temporada de su historia, y de ahí que nadie haya podido hacerles sombra. Pero precisamente la facilidad con la que culés y merengues se han deshecho de sus rivales es un síntoma que debe empezar a preocupar. Al margen de los dos grandes, y tal vez salvando al Valencia, la competitividad del resto ha dejado mucho que desear. Sevilla y Mallorca fueron unos meros juguetes cuando se enfrentaron a campeón y subcampeón, especialmente en una recta final de la temporada en la que se esperara que al menos ellos pudieran arañarles algún punto. Y el resto, salvo por alguna hazaña puntual, como las protagonizadas por el inconsistente Atlético, nadaron en la mediocridad. Por mucho que Barcelona y Real Madrid hayan demostrado que están en condiciones de llevar, en los próximos años, su rivalidad histórica hasta cotas casi inimaginables, lo cierto es que los responsables de la Liga deberían estar con la mosca detrás de la oreja. Aunque los dos grandes se refuercen hasta las trancas, el prestigio internacional de la competición depende también de lo que hagan el resto. Y ni Valencia, ni Sevilla ni mucho menos Mallorca parecen estar en condiciones de decir una palabra alta en la Liga de Campeones. El hecho de que este año sólo el Barcelona haya logrado alcanzar los cuartos de final de la principal competición europea es ciertamente revelador. Que el Atlético haya ganado la Liga Europa, un torneo plagado de equipos vulgares, es una mera anécdota. Una liga es más fuerte cuanto mayor sea la competitividad. Y sólo por ese camino se logra dominar en Europa como los españoles hacían antaño, cuando en las semifinales de la Champions prácticamente sólo se hablaba castellano. Para volver a ser la mejor liga del mundo hay que empezar a tomar medidas. La decisión de crear una competición independiente, desligada de la Segunda División, en la que todos los ingresos por derechos vayan a los clubes de Primera, es un primer paso. Aunque parezca una medida injusta con los equipos pequeños, los nuevos tiempos exigen que nos adaptemos a ellos, y España es uno de los pocos países que no lo ha hecho. Con suerte, para el año próximo, habrá menos récords y más nivel.
