¿TÚ TAMBIÉN?
Lo bello del otro
Por Álvaro Abellán
2 min
Opinión17-05-2010
Benedicto XVI ha retomado en Portugal sus reflexiones en diálogo con el mundo de la cultura. En París, dijo que la convicción de la Iglesia de que hay un solo Logos, de que no hay contradicción entre la verdad natural y la revelada, llevó a los monjes a conservar, copiar y difundir el saber antiguo, desde el seno de los monasterios, a toda Europa. En buena medida, parte de esa labor debemos a la Escuela de traductores de Toledo, que posibilitó la recuperación del derecho romano en la universidad de Bolonia, la síntesis de filosofía griega y cristiana de Tomás de Aquino, la Escuela de Salamanca que fundó el Derecho internacional, y tantas actividades que promovieron diversos renacimientos medievales y que acompañaron a la gran renovación del mundo a partir del siglo XVI. En Portugal, Benedicto XVI nos recuerda que el hecho de que la Iglesia se encuentre firme en la afirmación del carácter perenne, objetivo, de la verdad, no debe cerrarla a la aceptación y el respeto de otras verdades, pues toda verdad, si es tal, habla de Dios. Si el relativismo degenera en indiferencia (pues si ninguna opinión vale más que otra, para qué escuchar otra), el realismo afina el gusto por la verdad y la responsabilidad de aceptarla, venga de donde venga. Este amor por la verdad anima al papa a pedir a los intelectuales un mayor diálogo intercultural, que exige no sólo aceptar la cultura del otro, sino a examinar su riqueza e incorporarla a la propia, así como ofrecer lo que la propia tiene de bueno a la del otro. El objetivo: crear un espacio de comunión donde todas las culturas ponen en común lo que de verdadero, bueno y bello tienen. En definitiva, que en estos tiempos de crisis y desconfianzas mutuas, el papa nos anima a poner en común lo mejor que hemos recibido para edificar, entre todos, como hermanos, ese lugar donde la vida se ensancha.