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EL REDCUADRO

Qué pesadez: otra vez la conjura

Fotografía

Por Antonio BurgosTiempo de lectura3 min
Opinión14-02-2010

Cuando había cines de sesión continua, y no esta tontería de ahora que te dan entrada numerada para una sala vacía donde, encima, no hay acomodador con linterna y te tienes que pegar tú solo los trompazos en la oscuridad... Cuando había cines de sesión continua, decía, entrabas en la sala cuando llegaras, con la película ya empezada o por la mitad. Veías la parte final, salía el «The End» y lo de «Descanso, bar en el entresuelo», se encendían las luces y al rato empezaban otra vez los anuncios de Movierecord y luego el inicio de la película que no viste, en cuyas primeras escenas te enterabas bien de lo que no tenías claro, a saber: que el malo del bigote había sido antes novio de la gorda rica, y que por eso la rubia guapa del bote le aventó dos tiros. Y cuando habías reconstruido con el final por un lado y el principio por otro la historia que contaba la película, al llegar a la escena del atraque del barco en Nueva York, cuando a ella, a la muchacha, el malo le roba el maletín donde iba la leña del dinero y de las joyas, tu novia siempre te decía: — Vámonos, que aquí llegamos. A mí me ha pasado con el régimen de Zapatero igual que cuando entraba en los cines de sesión continua con la película empezada. Cuando ha llegado la escena de la conspiración, que hay una conjura internacional del euro contra España, y que se trata de turbias maniobras en una campaña perfectamente orquestada para demonizar al presidente del Gobierno, me he dicho a mí mismo como en aquellos cines: — Vámonos, que aquí llegamos cuando Franco, en la escena de la conjura judeo-masónica. Es igual. Qué pesadez de conjura. No es que esto sea un desastre y estemos gobernados por una manta de desaprensivos, no. Es que los de siempre, los enemigos de España, han levantado una conjura contra nosotros, contra nuestra paz, contra nuestra concertación social de los sindicatos y la patronal estabulados en el pesebre de las subvenciones, contra nuestro despilfarro. Les falta lo de la envidia. Les hubiera quedado tan redondo como a Franco cuando decía que lo que pasaba es que Europa tenía envidia de nuestra paz, de nuestro sol, de nuestro desarrollo y de nuestra unidad de los hombres y las tierras de España. A Blanco le ha faltado esa media verónica: — Hay una campaña perfectamente orquestada para demonizar al presidente del Gobierno, pero lo que pasa es que nos tienen envidia por nuestro milagro, que con cuatro millones de parados esto no haya estallado ya y las turbas hambrientas no hayan asaltado el Cortinglés. O también podía haber dicho: — Lo que pasa es que le tienen envidia a nuestra deuda. Nadie en Europa ha conseguido entramparse como nosotros, que cuando acabe 2010 deberemos medio billón de euros, que se dice pronto. En resumen, una antigüedad esto de la conjura y la conspiración internacional. Una película que ya hemos visto. Por menos de esto el otro régimen que padecimos, el de Franco, llevaba a la gente a la Plaza de Oriente. El recurso es el mismo: envolverse con la bandera de España. Lo que hacía Marujita Díaz para cantar «Banderita, tú eres roja», pero sin bandera, porque eso es facha. Cuando se mete uno con Montilla, ya se sabe: se ofende a Cataluña. Cuando Europa nos aprieta las clavijas y nos dice lo que somos (una mierda) y cómo estamos (de pena), hay una conjura contra España. En Europa se han dado cuenta de lo que este tío está haciendo. Hay, en efecto, una conjura contra España. ¿Y saben dónde está esa conjura? Pues en el Gobierno. El principal conspirador contra España se llama José Luis Rodríguez, alias Zapatero. En Europa lo han calado y por eso lo están buscando, ¡cogedlo ahí!

Fotografía de Antonio Burgos

Antonio Burgos

Columnista del diario ABC

Andaluz, sevillano y del Betis

** Este artículo está publicado en el periódico ABC y posteriormente recogido de AntonioBurgos.com por gentileza del autor