ANÁLISIS DE ESPAÑA
Otegi y Mandela
Por Alejandro Requeijo
2 min
España01-02-2010
Tranquila señora Murillo. Este título tan sólo es un gancho sin ningún ánimo de enaltecer a quien no se merece más que un enérgico rechazo. Otegi se ha sentado en el banquillo de la Audiencia Nacional precisamente por comparar a un asesino de ETA como Sagarduy con Nelson Mandela. Al propio Otegi, ex pistolero, también le han otorgado similitudes en numerosas ocasiones con el líder sudafricano. Históricamente ETA ha buscado fuera la legitimidad que nunca ha tenido dentro. Apelan, ensucian desde la mentira y la manipulación causas como la irlandesa, la palestina y también la del apartheid de Sudáfrica. Se les llena la boca recordando que Mandela pasó por la cárcel a manos de una sociedad injusta y racista como la afrikaner. Allí pasó 27 años. Otegi nunca ha estado tanto tiempo, pero si la Justicia actúa como debe podría experimentar algo parecido en el futuro. Durante gran parte de esas casi tres décadas, Mandela estuvo recluido en una celda que, por cierto, se parecía más a los ‘zulos’ en los que los jefes de Otegi han encerrado a tantos. Y pese a ello, el premio Nobel de la Paz aprovechó todo ese tiempo para estudiar a sus enemigos. Su idioma, sus costumbres, aquello que consideraban sagrado. No dejó de buscar puntos de encuentro a todo aquello que les hacía irreconciliables. Y cuando alcanzó el poder, Mandela, lejos de tratarlos como enemigos, los buscó como aliados en la construcción de un proyecto común que se llamaba Sudáfrica. Otegi y a los que representa nunca han tenido el menor interés por entender ni papa de todo aquello que no fuese su terruño. Han fomentado y enaltecido el odio a lo diferente. Otegi siempre ha preferido parapetarse detrás de quienes, lejos de construir nada, llevan 40 años destruyendo ya sea una democracia, una casa cuartel, o centenares de vidas. Cuando Mandela por fin salió de la cárcel al borde de una guerra civil en su país -nada que ver con España-, lo primero que hizo fue decir a los suyos que tirasen sus armas al mar. Otegi en cambio ni siquiera ha sabido responder a una pregunta como la de “¿condena usted la violencia?”. Estas aclaraciones vienen a cuento especialmente ahora que las comparaciones odiosas y los discursos tramposos se solapan en la actualidad con la proyección en las pantallas de cine de Invictus. Esta película narra un trocito del gran proyecto constructivo que fue el de Mandela en Sudáfrica a través de algo-en principio- tan ajeno a la política como es el deporte. Mandela no dudó en recurrir al Rugby -emblema de la opresión de los blancos sobre los negros- para empezar a unir a un país roto. ¿Alguien se imagina a Otegi enfundándose la roja para asumir sus éxitos como algo colectivo? No sería capaz ni con un partido de pelota vasca. Por eso su futuro, como el de los suyos, sólo está en la cárcel.
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Alejandro Requeijo
Licenciado en Periodismo
Escribo en LaSemana.es desde 2003
Redactor de El Español
Especialista en Seguridad y Terrorismo
He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio