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ROJO SOBRE GRIS

Aliados

Fotografía

Por Amalia CasadoTiempo de lectura2 min
Opinión28-06-2009

Le aplaudimos mucho porque dijo cosas que nos entusiasmaron. Nació en la Alemania oriental, en un pueblo cuyo nombre no recuerdo, pero que significa algo así como "la zona del río donde hay piedras". Durante los años de la guerra fría se pasó a llamar "Karl Marx", y después de los años 70 recuperó su nombre original. "Escucho demasiadas veces la palabra enemigo", nos dijo. "Yo nací en un lugar en el que el 95 por ciento de la población pensaba de forma diferente a mí. Si a todos ellos les hubiese considerado enemigos, me hubiese vuelto loco". Carl Olaf es sin duda uno de los hombres más inteligentes que he conocido en la vida. La suya es una inteligencia que integra las ideas y la práctica con realismo y profundidad. Es un hombre de criterios, capaz de aportar las ideas que necesitamos para tomar decisiones que cumplan requisitos irrenunciables de humanidad y eficacia. "¿Cómo pasar de una situación en la que parece que nuestra misión no tiene posibilidad alguna de éxito a una en que sí?", se preguntaba. Entonces recuperó para nosotros lo que durante una reciente guerra marcó un cambio de rumbo en la batalla. Eran las consignas de un general para sus soldados. Eran minoría. Se sentían continuamente amenazados por la población que no deseaba tenerlos allí. Estaban siempre refugiados en sus tanques. Tenían miedo. El general les dijo algo así: "Los soldados tienen que moverse entre la gente como pez en el agua. Los que no quieren y los que sí tienen que ser parte de la solución. Id a pie. Salid de los tanques. Decid siempre y solamente la verdad. Y permaneced en el aprendizaje". Motivó a sus soldados a mezclarse con las personas, a formar parte de sus vidas, a ganarse su confianza desde la verdad. A conocerles, a saber quiénes eran y dónde estaban, lo que les gustaba y lo que les hacía llorar. Lo que les daba miedo y los sueños que les mantenían vivos. Carl nos hablaba de comunicación, de cómo llegar al corazón de las personas, de cómo crear las condiciones para poder encontrarnos unos con otros aún en las situaciones más difíciles y entendernos: "Tenemos que amar estar con los hombres", dijo, "hagámonos aliados del bien que hay en cada uno de ellos". Para mí Carl es un hombre ejemplar que a pesar de las situaciones difíciles y el camino tortuoso de su vida no ha sucumbido a la tentación de la amargura, del rencor, del cinismo, sino más bien todo lo contrario, ha descubierto gracias a ellas todo el bien que habita en el interior de cada hombre. Rojo sobre gris a los hombres como él.

Fotografía de Amalia Casado

Amalia Casado

Licenciada en CC. Políticas y Periodismo

Máster en Filosofía y Humanidades

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