ANÁLISIS DE SOCIEDAD
Retrógrados y oscurantistas
Por Almudena Hernández2 min
Sociedad28-06-2009
¿Por qué los curas hablan de la ley del aborto cuando las preocupaciones de la sociedad están en el bolsillo y no en el útero? ¿Por qué no renuncian a los oropeles y las riquezas de los templos cuando los negritos se mueren de hambre? ¿Por qué tienen que recibir subvenciones del Estado si estamos en un país moderno que no piensa en Dios? ¿Por qué tienen que decirnos cómo vivir la sexualidad, el matrimonio, el trabajo y la vida si ellos no hacen el amor, ni están casados, ni pegan un palo al agua? En los rebaños siempre hay una oveja negra o un animal descarriado con el que, como en la parábola, el pastor pone especial atención por recuperar. También en la Iglesia. Pero en la mayoría de los consejos que ofrecen los presuntos retrógrados y oscurantistas pastores de Dios está la verdad que brota de la experiencia directa con el ser humano, epicentro del Cristianismo, mal que pese a muchos. Sólo hay que charlar con los religiosos que están a ras de suelo, que los hay; los que se remangan para curar las heridas, que los hay; los que quitan mierda con sus manos, que son muchos; los que abrazan al que nadie quiere, que también existen; los que adoptan al crío abandonado y al pobre y al drogadicto y al desamparado. Sólo hay que hablar con esos hombres y mujeres de Dios que acogen en su casa a abuelos olvidados por las familias, a inmigrantes que no cometieron otro delito que el de ser diferentes o, incluso, a quienes acaban de salir de la carcel por haber hecho alguna atrocidad. Perdonan, aguantan, se caen y se levantan setenta veces siete. Y lo hacen porque tienen un motivo superior que quizás el resto no llegamos a entender y una máxima: primero el hombre. Esos presuntos retrógrados y oscurantistas llegan ahora a la actualidad porque se ha dado a conocer un secreto a voces. Ellos ya lo sabían y pusieron los medios antes de que los bancos dejasen de regalar sartenes y televisiones; antes de que las familias sacrificasen las vacaciones; antes de que la manida palabra solidaridad volviese a tomar sentido con la práctica de la caridad. La Iglesia lo demuestra: cada vez hay más pobres en España. Es más. La Iglesia explica aquello de lo que no informan los datos a la deriva de la Bolsa o el Gobierno. Las crisis materiales en su base son crisis de valores. Y los valores no son de las cosas, sino del hombre. Y la persona es la materia prima con la que esos presuntos retrógrados y oscurantistas -haberlos también los hay- llevan trabajando desde hace mucho tiempo, tanto o más que cuando un tal Jesús dijo aquello de "tuve hambre y me dísteis de comer" o, cuando el mismo presunto Hijo de Dios se puso a dar latigazos para echar a los mercaderes del Templo. Gracias a Dios, con la Iglesia hemos topado.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo