ANÁLISIS DE DEPORTES
Federer, número uno histórico
Por Alejandro G. Nieto
2 min
Deportes07-06-2009
Tenía que llegar el día en que los números otorgasen a Roger Federer un galardón que ya se había ganado a pulso con su juego, el de mejor tenista de la historia. Y lo ha conseguido en Roland Garros, terreno predilecto de su máximo rival, donde nunca antes se había impuesto. Federer suma 14 títulos de Grand Slam, los mismos que Pete Sampras, aunque con la diferencia de que el estadounidense nunca venció en París y la ventaja de que el helvético, a buen seguro, todavía logrará ganar unos cuantos grandes más. Embobados por los éxitos de Rafael Nadal, los españoles normalmente nos resistimos a reconocer la superioridad técnica de Federer, único tenista a lo largo de la historia que ha logrado poner de acuerdo a todos los expertos en el deporte de la raqueta. Rafa está sobrado de cualidades como el coraje, la fortaleza mental y la capacidad de sacrificio que son vitales para triunfar en cualquier deporte. Y gracias a ellas ha logrado convertirse en el número uno. Pero, si tenemos en cuenta solamente las cualidades tenísticas, no hay duda de que Federer supera al manacorí, a Sampras, a Bjorg y a todo maestro habido hasta el momento. El suizo es la perfección hecha realidad. Su potente derecha de arriba abajo, su revés cortado, sus dejadas liftadas,… Todos sus golpes son sencillamente sublimes, lo que le permite rendir como nadie en todo tipo de superficies. Y el hecho de dominar como nadie el juego de saque y volea le convierte en el principal favorito al título en todos los torneos de pista rápida. Es por ello que existen tan pocas dudas entre la gran mayoría del mundo del tenis que le sitúa como el mejor tenista de la historia. Aunque el último año no ha sido el mejor para él, quienes lo daban por acabado han tenido que rectificar. El número uno de todos los tiempos, por títulos y calidad, se encuentra actualmente segundo en el ranking de la ATP. Aunque tal vez no por mucho. A buen seguro que Nadal ya ha empezado a preocuparse seriamente.
