ANÁLISIS DE INTERNACIONAL
El gesto de Obama
Por Isaac Á. Calvo
2 min
Internacional07-06-2009
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sabe cómo ser noticia y cómo canalizar sus gestos para lograr más efectividad. Ser el máximo dirigente de la primera potencia del mundo no es fácil y Obama, hasta la fecha, está haciendo las cosas medianamente bien. Incluso, ha logrado que los estadounidenses y la Comunidad Internacional le sigan viendo como una persona que genera confianza y que quiere aportar más soluciones que conflictos. El inquilino de la Casa Blanca pronunció, la semana pasada, el esperado discurso al llamado mundo musulmán. Unas palabras de las que se llevaba mucho tiempo hablando y que habían generado grandes expectativas. Obama recordó que su país y el Islam no están en guerra y criticó abiertamente la situación que sufren los palestinos por algunas políticas de Israel. Aun así, recordó los lazos que unen a estadounidenses e israelíes y el sufrimiento del pueblo judío. Parece que se abre una nueva etapa en las relaciones entre Estados Unidos y los países islámicos. El asunto tiene sus dificultades porque hay muchos estados islámicos y, aunque mantienen el denominador común de la religión, cada uno presenta unas características que los hacen diferentes. Al menos, la intención es buena y supone un impulso a las complejas relaciones vividas hasta la fecha y que desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 se habían deteriorado considerablemente. Este impulso a la diplomacia ha sido bien recibido, en líneas generales, por el mundo musulmán. Aun así, como era de esperar, la red terrorista Al Qaeda ha aprovechado la ocasión para tener su cuota de protagonismo y volver a amenazar a Estados Unidos. Afortunadamente, la nueva perspectiva de relaciones entre estadounidenses e islámicos es una mala noticia para los terrositas islamistas. De todos modos, no conviene lanzar las campanas al vuelo con el nuevo escenario político que se presenta. Sin duda, es una buena noticia, pero a nadie se le debe olvidar que, como es lógico, las partes van a seguir defendiendo sus intereses particulares. Eso sí, buscando el mayor número de puntos en común, y eso siempre es positivo.
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Isaac Á. Calvo
Licenciado en Periodismo
Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación
Editor del Grupo AGD