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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

¿De colores?

Fotografía

Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad24-05-2009

¡Peligro! Ya huele a verano, a bikini de colores y primer amor. Así están, pobres, con la cabeza en la playa más que en el examen de mates de mañana. Algunas, más pobres aún, toman baños de rayos uva para broncear su piel y se provocan el vómito para marcar clavícula. Es la moda de alguna que otra adolescente que ha tenido la mala suerte de nacer en una sociedad donde los valores se desvirtúan tras la mal utilizada palabra libertad. Ahora, por cierto, esas crías ya pueden abortar sin que su madre se entere. Son libres de hacerlo, pero lo que la ley no las impedirá es el sufrimiento y, algún día, tener que asumir una responsabilidad. Mientras tanto, en otro lugar de este planeta globalizado otras jóvenes de su edad, si es que han llegado a ella, amamantan a su tercer hijo, una descendencia que tuvieron gracias a un matrimonio pactado por su familia con hombres que podrían ser sus padres. Por cierto, esas jóvenes no tienen necesidad adelgazar, pues ya marcan clavícula porque no encuentran algo que llevarse a la boca. Y del bronceado, ¡qué decir! Su piel siempre fue oscura, tanto que si deciden pedir una oportunidad en El Dorado de Europa, será un impedimento para ellas. Esta es la paradoja del mundo del siglo XXI, el siglo de los derechos, de las libertades, de la pluralidad. En realidad estamos ante un mundo que se mira a través de muchos cristales y que aún no se ha dado cuenta de que el incoloro es el que menos distorsiona la verdad, un concepto que por algo es femenino singular. En África, pese a la esperanza, las cosas siempre se ven muy negras. Mientras en el Norte desarrollado las sociedades progresistas y modernas aún no atinan con el color. Eso sí, en Occidente predomina el rosa de la inconsciencia, el verde de la esperanza utópica, el rojo del apasionamiento material y rápido... y, también, los muchos colores que reflejan las pantallas de última generación, por los que no pocos piden un préstamo personal. Ese cristal pocos lo advierten pero muchos lo ven: es el del consumismo atroz, de las modas ilógicas, del hombre y mujer 10 en apariencia y de la persona 0 en humanidad. En esas pantallas están las industrias y la contaminación, la histeria por advertir el pequeño daño que hace una paja en el ojo propio y no descubrir las víctimas que causó aquella viga cuando cayó...

Fotografía de Almudena Hernández

Almudena Hernández

Doctora en Periodismo

Diez años en información social

Las personas, por encima de todo