ANÁLISIS DE INTERNACIONAL
Mucho más que una cumbre
Por Isaac Á. Calvo2 min
Internacional05-04-2009
La cumbre que la OTAN celebró la semana pasada fue mucho más que una simple cumbre. El encuentro tenía un alto valor simbólico y estratégico por varios motivos y terminó de manera exitosa, algo que no es fácil si se tienen en cuenta los temas a tratar, el actual contexto internacional y los muchos miembros que conforman la Alianza, que, aunque mantienen un denominador común, tienen diferentes perspectivas en algunos asuntos. En primer lugar, la reunión sirvió para dar la bienvenida al nuevo presidente de Estados Unidos, Barack Obama. A nadie se le escapa que, oficialmente, EE.UU. es un socio más, pero con un peso sobresaliente en la OTAN. Obama se sintió como pez en el agua durante la reunión y sus dotes negociadoras (y la todavía benévola mirada de sus aliados) hicieron que se produjeran avances. Esta cumbre también fue la celebración del 60 aniversario de la OTAN, que nació en plena Guerra Fría como contrapeso al comunismo encabezado por la URSS, pero que ha sabido mantenerse pese a la caída del bloque soviético hace casi dos décadas. Precisamente, el desmoronamiento de su mayor rival ha obligado a la Alianza Atlántica a redefinir sus estrategias para hacer frente a los nuevos enemigos que acechan y que son más difusos y emplean tácticas muy diferentes. En este ámbito, el terrorismo internacional es uno de los principales desafíos actuales. Saber cómo y dónde combatirlo y adelantarse a los pensamientos y ataques de los criminales es fundamental para reducir el número de atentados y minimizar los daños producidos en el caso de que se perpetren. Como no podía ser de otro modo, Afganistán es uno de los principales retos de la Alianza. La situación en este país se está complicando con el paso del tiempo y los avances se han estancado al tiempo que los talibanes ganan terreno y, lo que es peor, apoyo social. Por eso, además de reforzar la presencia militar en territorio afgano, la OTAN va a impulsar nuevas medidas integrales para favorecer el desarrollo social, político y económico del país. La misión no es sencilla, pero la organización debe poner todos los medios para alcanzar el éxito por el bien de la seguridad internacional y, también, para mantener su imagen. Además de la cuestión afgana, tener unas buenas relaciones con Rusia es también clave. A nadie se le escapa que Rusia, como heredera de la URSS, mantiene un gran potencial militar, estratégico y político e influye en muchos países. Llevarse bien con el Gobierno ruso –y en cuantos más temas, mejor– es vital para evitar futuras tensiones. La Guerra Fría está muy lejos pero aún quedan algunas reticencias del pasado. Éstas se pueden aliviar aumentando la colaboración en asuntos en los que todas las partes salgan ganando y, por tanto, se mejoren las relaciones internacionales y la seguridad mundial.
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Isaac Á. Calvo
Licenciado en Periodismo
Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación
Editor del Grupo AGD