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ESTAFA

Madoff: una apuesta equivocada

Por J. F. Lamata MolinaTiempo de lectura1 min
Economía27-12-2008

¿Qué tienen en común el director de cine español Pedro Almodóvar y el judío norteamericano Steven Spielberg y su mujer, Kate Capshaw? ¿El productor de Dreamworks Jeffrey Katzenberg y el premio Nobel de la paz Elie Wiesel? ¿En qué coinciden el prometido de la actriz Uma Thurman, Arpad Busson; la empresaria española Alicia Koplowitz o el gigante de la banca Emilio Botín? ¿La dueña de L´Oreal y el ya difunto Thierry de la Villehuchet?

Pues una apuesta equivocada, todos ellos entregaron una parte de sus ahorros a inversiones de Bernard Madoff y se encuentran ahora cargados de perdidas, y en algún caso, como la Fundación Wiesel, en la ruina. La Fundación de Elie Wiesel estaba dedicada a mantener la memoria de las víctimas del Holocausto judío y sus pérdidas se cifran en 15 millones de dólares, lo que viene a ser la práctica totalidad de los activos de la fundación. Quizá la condición semita de Bernard Madoff pudo influir en que decenas de asociaciones de beneficencia judías ingresaran la mayor parte de su capital en sus manos, capital que se ha visto barrido del mapa. Por ello, 30 organizaciones judías se han reunido en Nueva York, encabezadas por Mark Charendoff, presidente de la red de mecenas judíos para “decidir si existen opciones de actuar conjuntamente”. Pero hay una pregunta ociosa sobre esa lista de damnificados, y es ¿cuánto dinero les había hecho ganar Bernard Madoff antes del crack? El sistema piramidal les tuvo que aportar, sin duda, grandes beneficios durante las décadas que estuvo en funcionamiento y es vox populi entre los brokers que quien invierte arriesga. Hasta qué punto Madoff había advertido de los riesgos es algo que tendrá que delimitar la justicia, pero resulta difícil considerar que entidades económicas del prestigio de las perjudicadas den a entender que no preveían la posibilidad de riesgos en sus inversiones. Madoff proclamaba la primavera para todos sus clientes, que veían como florecían sus ganancias. La crisis económica ha proclamado el ocaso.

Fotografía de J. F. Lamata Molina