ANÁLISIS DE DEPORTES
Al César lo que es del César
Por Alejandro G. Nieto2 min
Deportes23-11-2008
Si alguien hubiera presagiado hace apenas un mes que Fernando Verdasco y Feliciano López iban a dar, ellos solitos, una Copa Davis a España, cualquier interlocutor se habría reído en la cara del osado visionario. Lo prácticamente impensable ha sucedido. Si la primera Ensaladera española fue la de un Juan Carlos Ferrero en la mejor época de su carrera y la segunda encumbró a un joven Rafael Nadal, la tercera quedará en la memoria como la conquistada, en terreno enemigo, por un madrileño y un toledano que ni siquiera están entre los 15 mejores del mundo. No es por quitar méritos a los chicos, que demostraron una fuerza mental excepcional y rompieron el gafe de no haber ganado nunca una final fuera de casa. Pero tampoco hay que excederse en los halagos. Sí, es cierto. Sin Rafael Nadal, Verdasco y Feliciano dieron a España los tres puntos necesarios para lograr un triunfo que parecía imposible. Pero no hay que olvidar las condiciones en las que lo lograron. El primero llegó gracias a la lesión de Juan Martín del Potro cuando Feli, eso sí, estaba aguantando el tipo, e incluso dominando por momentos, ante un rival en una forma excepcional y que le venía un tanto grande. El segundo punto era previsible. La pareja española de dobles ha mostrado una excelente progresión este año, en el que sólo ha cedido, en la Davis, ante Estados Unidos. Lograr la victoria ante un dúo formado a última hora y carente de compenetración –el capitán argentino decidió introducir a David Nalbandián como compañero de Agustín Calleri en detrimento de José Acasuso– era totalmente previsible. Después, con Del Potro en el dique seco, Verdasco asumió la pesada responsabilidad de jugársela ante Acasuso. Fer sufrió, le costó entrar en juego y, al final, reaccionó como un grande para lograr el triunfo. Sin embargo, no debe uno taparse los ojos ante la realidad: haber caído ante un número 48 del ranking ATP que, además, llevaba semanas sin competir habría sido un estrepitoso fracaso. Con 25 y 27 años respectivamente, sin haber cuajado nunca una gran actuación en ningún torneo de entidad (ténganse en cuenta los Grand Slam y los Masters Series), lo que han logrado Verdasco y Feliciano merece su reconocimiento. Pero tampoco hay que caer en el sensacionalismo ni el elogio excesivo. Tildarlos de héroes, como ya han hecho varios periodistas de medios nacionales, o pintar a Feliciano como un jugador capaz de todo es pasarse de populachero. Feli es un jugador del montón, cuyo máximo logro histórico son unos cuartos de final en Wimbledon. Y Verdasco es un tenista correcto. Las circunstancias hicieron que, tras la lesión de Del Potro, todo se les pusiera de cara para ganar la Davis. Lo lograron y hay que felicitarles y agradecérselo. Pero sin hipocresías ni excesos. No son ninguna divinidad. Así que, al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.