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PIRATERÍA

El ¬modus operandi¬ de los nuevos delincuentes de alta mar

Por Luis Miguel L. FarracesTiempo de lectura3 min
Internacional23-11-2008

Secuestrar un barco no parece tarea difícil para los piratas del siglo XXI. Y es que los nuevos delincuentes de alta mar han sustituído los viejos mapas y las brújulas por modernos sistemas GPS; los trabucos y las espadas por ametralladoras ligeras y lanzagranadas; y los grandes galeones por lanchas rápidas. Un equipo que les ha permitido ingresar 26 millones de euros en lo que va de año.

La piratería se ha convertido en los últimos tiempos en el negocio más rentable en Somalia, con permiso del tráfico de armas. En un Estado débil, donde diversas regiones reivindican la independencia y la guerra durante los años 90 acentuó aún más si cabe las condiciones de pobreza del ciudadano medio, secuestrar un barco en golfo de Adén supone una tentación a la que cada vez se suman más personas atraídas por la sencillez de las operaciones, la tecnología disponible y el dinero fácil. El núcleo de operaciones de la piratería se encuentra actualmente en la ciudad de Eyl, al sur del cuerno somalí, cuyo puerto está acostumbrado a albergar en los últimos meses a decenas de barcos secuestrados. En Eyl los piratas han sabido crear una ciudad hecha a su medida que depende económicamente en gran parte de sus actividades delictivas, ya que incluso se han abierto servicios de catering para alimentar a los rehenes. Asimismo, según enviados especiales de la BBC destacados en la ciudad la pasada semana, una gran parte de sus habitantes trabaja como jefes contables de los piratas, traductores de equipos negociadores, etc. En definitiva, Eyl se ha convertido en una nueva isla del tesoro para los delincuentes de alta mar. Seleccionando el objetivo El puerto de la ciudad despide cada semana a barcos de mediano tamaño con alrededor de 60 personas armadas a bordo. Se trata de las naves nodriza que los piratas utilizan para localizar barcos que puedan ser interesantes por la bandera que ondea -los barcos occidentales suelen dar más beneficios en su rescate-, la magnitud de la tripulación de éstos o la mercancía que transportan. Y es que, por ejemplo, no es lo mismo secuestrar un atunero español, en el que el único beneficio será el cobro del rescate de cada uno de los tripulantes, que el Sirius Star capturado la pasada semana, que sólo en petróleo ya llevaba a bordo unos 100 millones de dólares. Una vez localizado el barco a apresar mediante sistemas de GPS y radio, lo más importante es proceder al ataque con la mayor rapidez posible, manteniendo el factor sorpresa como una baza a favor. Por ello, cada nave nodriza porta tres o cuatro lanchas rápidas de pequeño tamaño que hacen prácticamente imposible que el barco objetivo, normalmente más grande, pueda escapar. Un barco como el superpetorlero Sirius Star tardaría alrededor de media hora en efectuar un giro de 180 grados, mientras que las lanchas piratas apenas lo hacen en unos segundos. En cada una de las lanchas rápidas viajan unos diez piratas armados con Kalashnikov, ametralladoras y lanzagranadas para usar en caso de emergencia. La estrategia a seguir es bastante sencilla: disparar a discrección para amedentrar a la tripulación y que no ofrezca resistencia, algo de extrema importancia dado que los asesinatos nunca son una buena opción porque cada tripulante supone una cifra de negocio, por lo que suelen recibir un buen trato. El abordaje El abordaje en sí es bastante más fácil de lo que parece. Ante un barco de pequeño y mediano tamaño, la sola presencia de un grupo de personas armadas hasta los dientes hacen que sean los propios tripulantes los que cooperen con los piratas para que éstos accedan a su embarcación. Pero en un barco carguero de gran tamaño las cosas no son mucho más difíciles, ya que si la nave viaja llena de mercancías su línea de flotación apenas queda a cuatro metros del nivel del mar. Los arpones y los arneses hacen el resto Una vez capturado el botín, los piratas vuelven rumbo a Eyl, donde esperarán al inicio de las negociaciones. Unas negociaciones que han reportado a los piratas unos 24 millones de euros sólo en lo que va de año, según estimaciones del Chatham House, un centro de investigaciones británico. Algo que contrasta fuertemente con los apenas puñados de miles de dólares que los piratas exigían a principios de los noventa, lo cual viene a demostrar que la piratería es claramente un negocio en alza.

Fotografía de Luis Miguel L. Farraces