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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

La respuesta en una noche loca

Fotografía

Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad23-11-2008

Todos hemos sido jóvenes. Es verdad. Lo escribe alguien que quizás lo es aún, depende de quien lo juzgue, bien es verdad. Pero es demostrable que no hace tanto que la susodicha inauguró la treintena de vida. Pero ser joven no justifica ciertas cosas. No todo vale. No todo da igual. No todo es relativo. ¿Quién no se ha emborrachado alguna vez? Pues no todo el mundo. ¿Quién no ha roto un cristal? No todo el mundo. ¿Quién no ha insultado a una persona mayor o ha hecho burla al gafotas? No todo el mundo... Quizás el mundo se ve de una manera distinta desde la perspectiva del patito feo de la clase, la estrecha, la empollona, la sosa y la aburrida. A veces ir contra la corriente es autocolocarse un brazalete como esos distintivos casi nazis. Y es que los jóvenes también pueden ser de otra manera. También son buenos hijos, buenos estudiantes, no se emborrachan ni se drogan, saben lo que es el sexo por amor y respetan a los demás. Sí, según como andan las cosas, los jóvenes pueden ser sanos, inquietos, con ideales, y estar esperanzados. Haberlos haylos. Y son muchos. Pero no "venden", no "molan". ¿Y quién lo decide? También hay jóvenes que saben divertirse de forma sana y que se sacrifican por sus estudios y que pisan las iglesias y que arriman el hombro en una ONG y que se van a dormir con el abuelo y que ayudan a llevar la compra a la vecina y que orientan al último que ha llegado a clase y que escuchan lo que dicen los mayores y que se interesan por la cultura y que se preocupan por la naturaleza... Sí, también existen esos jóvenes y de ellos dependerá el futuro de nuestra sociedad. El resto, la mayoría quizás, por desgracia, son fruto de una sociedad que se ha autocondenado al todo vale. Forman parte de una generación que ha tenido todo fácil en la vida. Piden y se les da. Reclaman derechos pero "pasan" de los deberes y las obligaciones. No saben lo que es el sacrificio, la responsabilidad y el esfuerzo. Son fruto de un sistema educativo devaluado. Al salir de clase encuentran en casa un sucedáneo de familia que con el ejemplo les dice: sí, sigue a tu bola, carpe diem. Y los padres, sumidos en la espiral de las prisas, el materialismo y el trabajo hasta las tantas, se autocondenan por no poder dedicar el tiempo que deberían a sus hijos. Es entonces cuando dicen: "Soy tu amigo, hijo, digo colega, de acuerdo, haz lo que te de la gana". Afortunadamente hay padres y maestros que también te enseñan a descubrir quién eres y cuál es el sentido de tu vida. Y para nada la respuesta pasa por una noche loca de sábado. Pues, que una sepa, la semana tiene siete magníficos días de vida plena.

Fotografía de Almudena Hernández

Almudena Hernández

Doctora en Periodismo

Diez años en información social

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