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ROJO SOBRE GRIS

Cristal y nube

Fotografía

Por Amalia CasadoTiempo de lectura2 min
Opinión19-10-2008

He apagado ya el ordenador. Me iba a la cama. Son las cuatro de la mañana del domingo. En tres horas me tendré que levantar. Acabo de terminar un reportaje sobre un tema que ya trabajé. Cuesta hablar dos veces de lo mismo de forma diferente. Piensas que con la información que tienes recabada es suficiente. Lo intenté. Salió mal. Quieres creer en el fondo que no necesitas invertir mucho tiempo más. Pereza. Falta de honestidad. Por fin lo he terminado. Tengo sueño. Y me iba a la cama sin escribir Rojo sobre Gris. Cuando tienes cubiertas las espaldas porque hay solución automática a tu limitación te olvidas de tu rosa. No sé si recordarán aquella rosa, la del Principito, aquella rosa vanidosa de la que el pequeño príncipe cuidaba en su planeta. La quería. Pero un día descubrió que, aunque era igual a millones de rosas como ella, algo la hacía diferente. Era algo invisible, algo que sólo podía verse con los ojos del corazón: con esos ojos que aman. De repente me he dado cuenta de que las personas que a uno le atraen en la vida son las que responsables de su rosa. Esas personas a las que uno admira son las capaces de olvidarse a sí mismas porque han descubierto el valor de esa rosa de la que son responsables. De alguna manera, se convierten en cristales a través de los que se transparenta el valor de aquello a lo que se entregan. Se convierten en lo que aman; son tanto más atractivas cuanto más valioso es eso a lo que se dan. También es necesario que esa entrega sea desinteresada. Si uno busca ser admirado o querido por lo que hace, sucede como si empañara el cristal que es, haciendo menos visible el valor de aquello a lo que se dona. Quizás por eso nos gustan las personas auténticas y nos retraen las que no son claras. Podemos ser cristal o podemos ser nube. Por eso he vuelto a encender el ordenador. Son las cinco menos veinte. Y he aquí mi confesión: Quiero ser cristal. Rojo sobre gris a los hombres y mujeres que soplan para no dejar que se nuble el cristal de su vida.

Fotografía de Amalia Casado

Amalia Casado

Licenciada en CC. Políticas y Periodismo

Máster en Filosofía y Humanidades

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