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ANÁLISIS DE ESPAÑA

Cazador de trofeos históricos

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura3 min
España19-10-2008

Alguien que pensase realmente en las víctimas de la Guerra Civil y el franquismo, en su verdadera reparación moral, no habría agitado nunca en vano sus esperanzas. Eso es lo único que va a conseguir Garzón con su última pirueta jurídica. El juez estrella de la Audiencia Nacional se ha declarado competente para investigar las 114.000 desapariciones de aquella contienda. Pero lo ha hecho sacándose de la manga una trampa jurídica. El resultado de una reinterpretación de su, ya de por sí, particular interpretación de las leyes. Es justo e higiénico que se investigue, que se abran esas fosas, que se entreguen restos y que se condene a los autores de aquellos crímenes y se repare a las víctimas. Aunque sea moralmente, ya que no queda otra cuando se tardan 70 años en hacerlo. Pero precisamente para ello se hizo una Ley de Memoria Histórica que, lamentablemente, parece haberse perdido en el limbo. Da rabia que una causa tan noble haya caído en las manos de un simple cazador de trofeos históricos. Esos cazadores que apuntan a su víctima pensando sólo en cómo quedará su cabeza disecada en el salón. Como cuando disparó a Pinochet hace diez años, ahora dispara a esta guerra nuestra ¿para pasar a la historia como el juez que encontró a Lorca? No es que sus investigaciones no sean nobles y justas, sino que es él quien las desnuda de esos valores. Hace tiempo que a Garzón le mueve más que el deseo de hacer Justicia, un hedonista interés cortoplacista cuya meta es la portada de mañana. Y siempre cargada de esa corrección política de verdades oficiales que a veces empachan y le hacen quedar a uno de pedante. Eso y que le den el Nobel de la Paz. No se entiende de otra manera que hace diez años descartase “de plano” investigar las responsabilidades sobre los crímenes de Paracuellos del Jarama y ahora se le haga la boca agua con unas denuncias de la misma guerra pero distinto bando. Y eso que ha tardado un año en hacer caso a este asunto. Concretamente hasta que el fin del proceso de ilegalización de ANV y PCTV le ha apartado de la primera línea. Garzón es el juez que destapó a los GAL, el que intentó encarcelar a Pinochet, pero también el que deja traficantes en libertad sin enterarse. El que en cuestión de meses pasa de considerar reuniones de paz los encuentros de Batasuna para luego decir de nuevo –cuando acabó la tregua- que su fin es contribuir al plan de ETA. Garzón es el juez que sigue sin mover ficha en el caso Faisán. Es el instructor del gatillazo en el que terminó la operación Nova. Como aquel Rey con el oro, Garzón todo lo que toca lo convierte en espectáculo. Pero sólo eso. Garzón es el juez que escribe libros a la misma velocidad que Cesar Vidal y que presta su imagen para reportajes de televisión. El que se cita a si mismo en los autos y se declara competente para investigar la guerra civil el mismo día que le toca presentar un libro. Era una obra de un jurista inglés que elogiaba los arrestos del juez cuando instó a detener a su trofeo chileno en Londres en 1998. ¿Estará Garzón pensando en escribir un libro sobre la Guerra Civil? Quizá de ahí el requerimiento de tanta información sabiendo que esta causa, probablemente, no irá a ninguna parte. Trabajo de documentación sin moverse del despacho. ¿Querrá abrirse al mercado británico? ¿Le escribirá Ian Gibson el prólogo a cambio de la calavera de su poeta fetiche? Puede que la operación suene rocambolesca, frívola o incluso irrisoria. Pero a cualquiera que, hace unos meses, le hubiesen contando el paso que ha dado ahora Garzón con respecto a los desaparecidos de la Guerra Civil, le hubiese generado las mismas sensaciones. Y a las víctimas ¿qué les quedará? Comprarse el libro. Todavía habrá algunos que se lo sigan agradeciendo.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio