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ANÁLISIS DE DEPORTES

No, la Vuelta no ¬engancha¬

Fotografía

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura3 min
Deportes07-09-2008

En el que quizá sea el mejor año de la historia para el ciclismo español, al menos en cuanto a resultados de relumbrón se refiere, la Vuelta a España no termina de encajar. El efecto Contador sirvió para magnificar la difusión del Giro de Italia -una prueba ninguneada por las grandes televisiones desde hace años-, mientras que el triunfo de Carlos Sastre en el Tour de Francia no necesitó de mayor pregón por ser donde fue. Incluso el oro olímpico de Samuel Sánchez llegó a lo grande, en la primera jornada de los Juegos de Pekín. Ahora, la posibilidad de un copo histórico -con la cautela que merece el Mundial de ruta- es palpable. Pero a la Vuelta le pasa lo que hasta hace poco tiempo al Giro: es una carrera con poco peso de corredores extranjeros, un factor que al principio gusta a todos los organizadores, pero que termina por chauvinizar y reducir la difusión internacional de la prueba. El propio director general de la Vuelta, Víctor Cordero, señala que la adquisición de Unipublic por parte de Antena 3 la salvó de problemas financieros, pero que no le puede dar el empuje internacional de sus homólogas -y rivales- italiana y francesa, organizadas por grandes grupos empresariales. Cordero, incluso, propone que la Vuelta debería dejar de celebrarse en septiembre -no sería, en todo caso, antes de 2011-, pero no está tan claro que ése sea el origen o el mayor de los problemas a los que se enfrenta la ronda española. Antes bien, el problema de la Vuelta reside en su propia identidad y en cómo la transmite. Si el fallecido Enrique Franco apostaba por la modernidad en aquellos aspectos en los que no podía superar al Tour, ahora hay una gestión menos ambiciosa, hasta cierto punto más cicatera, en busca de la rentabilidad. Pero el hecho es que las grandes empresas han desaparecido de los jerséis oro -y de las otras clasificaciones-, lo cual revela un problema de falta de patrocinio, consecuencia a su vez de que el ciclismo no despierta el interés que por potencial podría. Desde luego, en ese embolado, aunque puede ser un factor de riesgo, no parece fundamental el asunto del dopaje. Antes bien, los pequeños detalles dejan en evidencia a la Vuelta. Aunque pedir no sirva de nada, sí se puede mencionar que la imagen de los logos principales de la Vuelta ha perdido el colorido que tenía en 2003: un planteamiento conservador. Otro aspecto que no ha mejorado lo suficiente es la señal televisiva, que palidece al lado de la planificación milimétrica que tiene el Tour -con fallos imperdonables, como la ausencia de imágenes durante gran parte de la etapa con final en La Rabassa (Andorra), que obligó a los comentaristas a improvisar durante varias horas-, y con unos rótulos que no están a la altura de la calidad visual que se supone debería tener la Vuelta. O como la presencia en los informativos, mucho menos propagandística que otros deportes en que las televisiones explotan hasta la saciedad los comentarios o usan la información para abrir sus ediciones de deportes. Aunque en septiembre mande el fútbol. Estos detalles no son decisivos para organizar una carrera excelente, en todo caso suman y traslucen una imagen muy mejorable. Quizá en ese sentido, Amaury Sport Organisation (ASO), propietaria del 49 por ciento de Unipublic, pueda aportar su experiencia, pero son meras cábalas. En todo caso, resulta imperdonable cómo la falta de ambición -más que por la falta de medios- no se capitaliza como es debido el potencial de una generación de campeones casi irrepetible. A fin de cuentas, la Vuelta a España es uno de esos embajadores de la imagen del país en el exterior. Sin embargo, sucede que la imagen que se vende no llega al extranjero: España y sus matices son casi desconocidos fuera, por eso tampoco se consiguen mejores patrocinios.

Fotografía de Roberto J. Madrigal