SIN CONCESIONES
Las ganas de Rajoy
Por Pablo A. Iglesias
2 min
Opinión11-05-2008
Hace dos meses pensaba que Mariano Rajoy debía ganar las elecciones generales. Lo creía firmemente. Estaba convencido de que era lo mejor que le podía pasar a España después de cuatro años en los que José Luis Rodríguez Zapatero había revolucionado el país con algunas leyes tan modernas como innecesarias y con proyectos tan arriesgados como la negociación con ETA o la reforma de los estatutos de autonomía. El talante había quedado arrinconado y sustituido por una estrategia de discriminación a la oposición, a la que acusaba constantemente de crispar por defender sus ideas ante las barbaridades cometidas por el Ejecutivo de Zapatero. Pensé que, esas circunstancias, era necesario un cambio después de una legislatura en la que el PSOE se había comportado como si tuviera mayoría absoluta pese a estar en minoría. Ahora pienso que, tras la derrota del 9-M y la sufrida en 2004, Mariano Rajoy es el que debe irse a casa e iniciar una nueva vida junto a su esposa, Elvira, y sus dos hijos. Sería lo mejor para él, lo mejor para el PP y lo mejor para el país. España necesita una oposición fuerte, unida y con futuro. Rajoy puede que sea el mejor en estos momentos para garantizar la unidad del PP pero carece de lo más importante: futuro. Después de dos derrotas consecutivas en unas elecciones generales, debería dar paso a otra persona. Continuar al frente de la oposición supondría regalarle a Zapatero tres años de gobierno sin sobresaltos. Muy mal tendría que ir la economía para que el Gobierno se viera obligado a adelantar las elecciones a 2010. Posiblemente, esa sería la única opción de Rajoy de ganar los siguientes comicios. Pero si hablo de Rajoy en esta ocasión es porque he podido comprobar que sus palabras no se corresponden con sus hechos. Va diciendo por ahí que tiene las ganas, la ilusión y el coraje necesario para ganar las próximas elecciones generales. Pero tendría que ver cómo está. Hace pocos días, los periodistas que le seguimos habitualmente tuvimos la ocasión de compartir con él un par de horas. Esa charla distendida sirvió para conocer algunos de sus planes pero también para descubrir su verdadero estado de ánimo. Aunque diga que tiene ganas e ilusión, aparenta todo lo contrario. Las ganas son un deseo, una voluntad, un apetito por comerse el mundo, por aniquilar dialécticamente a Zapatero, por convencer a los ciudadanos, por demostrar que es mejor que su adversario. Pero en Rajoy no se atisban esas ganas ni esa ilusión. Eso es precisamente lo que más molesta a sus propios compañeros y lo que ha llevado a muchos a retirarle su apoyo. Eso y que, tras dos fracasos en las urnas, resulta evidente que Rajoy es un cadáver político.
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Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito