PUNTOS DE DEBATE
Separatismo como arma política
Por Elías Said
3 min
Opinión11-05-2008
En las últimas semanas, en América Latina ha cobrado fuerza el empleo del separatismo como arma legítima de insurrección política. Las recientes acciones desestabilizadoras y el referéndum de autonomía de Santa Cruz en Bolivia, aduciendo la defensa de su intereses y prebendas tributarias en base a los recursos naturales allí existentes, así como el aumento de las matrices de opinión en Venezuela en torno a los fines separatistas de sectores de oposición al presidente venezolano, Hugo Chávez, hacen que aumente la preocupación en torno al empleo de esta estrategia como medio para debilitar el sentido nacional e institucional existente en cada país, por el mero hecho de salvaguardar los intereses políticos de los gobiernos locales o de las tradicionales presiones internacionales en la región (Estados Unidos). Me resulta sorprendente como, sin ningún tipo de reparo, sectores públicos y privados hacen uso de la autonomía (relacionada con la descentralización pública) como secesionismo e insurgencia con fines de su preservación en el poder y justificar el status quo existente en las zonas donde se encuentren, como si nuestras sociedades solo tuvieran que transitar por un solo carril, el que ellos tienen en mente, sin importar el halo de zozobra y violencia latente que dejan a su paso en el seno de unas sociedades, marcadas por las claras desigualdades e injusticias sociales, pero con un referente cultural y origen común. Como ha sucedido en España con el conflicto vasco y la ilegalización de partidos, como Batasuna, la defensa y aplicación de lógicas antidemocráticas en la creación de la legitimidad para la lucha contra el Estado, resulta injustificable bajo todo concepto. Más cuando se esgrimen principios democráticos y de diálogo, por parte de los actores que las ejercen, los cuales, muchas veces, no asumen o no quieren tomar conciencia del temor que les produce la consideración de sus planteamientos en los pueblos que dicen defender y/o contar con apoyo. Pese a los claros reproches, ante el empleo de este tipo de lógicas, resulta quizás más reprochable el aprovechamiento de los mecanismos democráticos como herramientas para el chantaje y la extorsión, a favor de los intereses de determinados grupos de poder en nuestras sociedades. Esto quizás, es la maximización del empleo de las imperfecciones intrínsecas a la naturaleza democrática y su consiguiente prostitución, en términos de su uso, para la creación de escenarios de negociación ante intransigencias y obcecaciones faltos de sentidos. Lo que ha venido aconteciendo en Santa Cruz de Bolivia, sin claros límites entre la autodeterminación (versión aberzale), la autonomía (versión catalana), y los constantes chantajes de nuestros representantes políticos, a través del empleo de "advertencias" al pueblo, ante los deseos separatistas de los que se les oponen, en caso de fracasar sus proyectos políticos en próximas elecciones; hacen que los ciudadanos deban asumir una tarea más conciente del intento de uso que de ellos hacen sus "líderes" políticos, y de la necesidad de distinguir entre los derechos que cada comunidad tiene que salvaguardan en orden a su autonomía/descentralización (cultural, económica, social y política) dentro de un Estado Nación. En el que se debe articular conjuntamente las diferencias con los elementos que nos unen, para prevenir así el uso, espacios de difusión y legitimaciones artificiales de estas acciones y causas; socavando todo lo que pueda representar un país según los deseos de unos pocos.
