ANÁLISIS DE DEPORTES
Sensaciones después de una Copa
Por Roberto J. Madrigal2 min
Deportes20-04-2008
Dos años alejado del vértigo del balonmano dan para percibir muchos cambios en la Asobal. El primero, ese invento inspirado en el baloncesto que es la Minicopa. Poder ver el deporte alejado de la presión de las críticas -aunque casi sea en familia- es una experiencia realmente gratificante. Aunque como en todo, hay diferencias: mientras que los jóvenes de clubes más modestos, como el Valladolid, se van fogueando, en otros como el Barcelona ya se mama la exigencia, el aspirar a ganar siempre. En todo caso, aún le falta al torneo cadete un impulso para convertir la fiesta en un peldaño de formación: por la escasa estructura de competición en categorías inferiores, el proceso de madurez de los jóvenes se complica y supone una traba nada desdeñable para llegar a una liga tan exigente como la Asobal, donde no abundan las ocasiones para jugar minutos con margen para el error. Pero se ve un aire fresco en la propia asociación de clubes: la sensatez de la etapa de Miguel Roca -15 años entre la gerencia y la presidencia de la Asobal- ha dado paso al vigor de Javier Zuriarraín. Un tipo que consigue el apoyo de los entrenadores, e incluso de la propia Federación Española, para plantear acciones legales que garanticen los derechos de los clubes frente a las federaciones europea e internacional, tanto por los cargadísimos calendarios como por la cesión de jugadores a las selecciones y el riesgo de lesionarse que corren, es un tipo valiente, con las ideas claras. A fin de cuentas, ése es su papel, el de defender a los clubes y beber de influencias que puedan respaldar a un deporte con éxitos como ningún otro -en cuanto a clubes-, pero que por diversos motivos ha de reclamar su lugar. Con todo, la empresa tiene por delante varias dificultades, aunque no insalvables: amén de limitaciones intrínsecas -como el impedimento para poder concentrar partidos en pocos días, por la necesidad de descnso de los jugadores-, se trata de hacer más atractivo el producto. Tal vez haya una leve sensación de endogamia, por cuanto el estatus de los poderosos es el de un club selecto y cerrado, en el que se intercambian figuras o se ficha a quienes destacan en equipos más modestos, a los que se debilita. Aun así, una buena estrategia de marketing, un esfuerzo para comunicar -y ofrecer contenidos novedosos-, aprovechando eventos como la Copa del Rey, son posibles. Pero sin una buena organización del calendario, que permita gestionar mejor los activos que tiene el balonmano, no hay nada que hacer.