UN VENEZOLANO EN COLOMBIA
Usos electorales de la crisis andina
Por Elías Said
2 min
Opinión16-03-2008
Superada la crisis entre Colombia, Ecuador y Venezuela, resulta interesante ver cómo cada uno de los presidentes tratan de rentabilizar lo sucedido para sus respectivos intereses políticos. Sin duda, no sólo esta crisis contribuyó a reafirmar las incompetencias de cada actor político involucrado en la resolución de este conflicto, sino que volvió a dejar en evidencia la debilidad de la diplomacia para evitar su empleo a favor de sus propios fines. Las estrategias para rentabilizar lo sucedido son diversas. Por una parte, el presidente venezolano, Hugo Chávez, ha comenzado a azuzar a sus simpatizantes y a la sociedad venezolana, en general, con el argumento de mantener espacios políticos para la “revolución bolivariana” en las próximas elecciones provinciales, a fin de evitar “un escenario de guerra”. Por otra parte, se ha creado un escenario, en la sociedad colombiana, donde se aprecia una falta de liderazgo alternativo a la figura del presidente colombiano, Álvaro Uribe, lo que da pié a que sectores afines a él, modifiquen la constitución colombiana para garantizar su tercer mandato. Ello sin contar, el saldo positivo otorgado a Uribe por algunos sectores norteamericanos, reticentes al ingreso de Colombia en el Tratado de Libre Comercio (TLC), al mantener su postura en el marco de este conflicto. De acuerdo con lo antes expuesto, lo político es puesto en “blanco y negro”, afianzándose la visión de que la “seguridad y el futuro de cada país” solo podrá garantizarse en manos de cada presidente o proyecto político. La política, al igual que sucede con el desarrollo de las sociedades, necesita de la alternancia de poder, aunque ello requiera transitar por un período de oscuridades. Por ello, el empleo de esta crisis a favor de la creación de un escenario de legitimación de las figuras de estos presidentes y sus proyectos políticos, resulta insultante para cualquiera que se piense demócrata, ya que las necesidades de cada país no pueden ser pensadas desde una perspectiva hegemónica. ¿Cuántos caerán en la trampa argumentativa antes expuesta? Seguramente muchos creerán en esta falsa disyuntiva. Por ello, resulta necesario visualizar y analizar el contexto en el que se desenvuelven nuestras sociedades desde su perspectiva exterior e interior. Así, evitaríamos seguirles el juego a nuestros representantes políticos, no distrayéndonos y valorando el futuro de nuestro país prescindiendo de las ineficiencias mostradas por éstos. Solo así, podremos dejar de sentirnos que estamos, constantemente cambiando nuestro tesoro, el país donde vivimos, por piezas de vidrio roto, hipotecando el futuro de las generaciones futuras a manos de proyectos políticos no inclusivos, donde los “grises” no encuentran cabida ante el maniqueísmo creado en ellas.
