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¿TÚ TAMBIÉN?

‘El Velo pintado’

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura2 min
Opinión16-03-2008

Un joven (Edward Norton) conoce a una chica preciosa (Naomi Watts) de la que inmediatamente se enamora. No tarda en pedirla en matrimonio (pues pronto parte para China) y ella, para alejarse todo lo posible de su mundo y de sus padres, acepta. Como es una historia de amor del de verdad, la cosa, efectivamente, no puede ser tan fácil. Todas las culturas han expresado en sus mitos la necesidad de purificarse uno mismo para hacerse capaz de amar verdaderamente. La tradición cristiana, desde la experiencia histórica de un hombre que dice ser Dios hecho carne, que se entrega a la muerte para salvar a cada uno de los hombres, padeciendo todos los sufrimientos de todos y cargando con la culpa de todos, ha sublimado esa intuición como ninguna otra. De ahí que ésta semana, Semana Santa, sea tal vez la mejor para hablar de una película que presente el amor como lo que es. Si de una película romántica se tratara, la trama iría de cómo enamorar al otro o de cómo salvar los obstáculos del mundo para que el sentimiento de los protagonistas se sublimara. Como no lo es, lo primero que hace la película es desmitificar esa forma ficticia de amor: los dos protagonistas, enamorados de su amor y de la imagen que se han hecho el uno del otro, fracasan en su camino de felicidad. La primera piedra acertada en el camino del “aprender a amar” será reconocer este fracaso sin paliativos. La segunda, entregarse a una actividad generosa, donde no se buscan a sí mismos, sino el bien de terceras personas. La tercera, conocer los propios egoísmos y desmontar las imágenes que de sí mismos y del otro se habían montado: “Hemos sido unos estúpidos buscando en el otro virtudes que nunca tuvo”. La cuarta, empezar a conocerse de verdad, lo que sucede cuando no “actúan” uno delante del otro, sino cuando uno descubre al otro en su actividad, en su quehacer, cuando lo ve sin máscaras, tal y como es. La quinta, buscar un diálogo sincero y aprender a perdonar. Que no hay amor sin perdón, sin renuncia, sin generosidad y entrega total, sin conocerse y aceptarse a uno mismo, sin conocer bien al otro y quererlo tal como es… es algo que nos enseña la Iglesia cada semana; más especialmente, en ésta. Pero como preferimos al maestro Hollywood como gurú de nuestro corazón, así nos va. Tal vez esta película, por eso de estar rodada en EEUU y de ser protagonizada por dos actores bien “monos”, nos ayude a pensar en esto. Cuando un hombre se sabe amado hasta el extremo y decide compartir esa experiencia con otros, amándoles también hasta el extremo, surge una comunidad de discípulos reconocida en todo el mundo: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado; en eso reconocerán que sois discípulos míos”. En esa comunidad de discípulos que celebran el ¡tú también has encontrado el Amor Supremo!, Allí, sin duda, surge ese lugar donde la vida se ensancha.

Fotografía de Álvaro Abellán

$red

Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach