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SIN CONCESIONES

Vuelta al centro de ZP

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura3 min
Opinión16-03-2008

Las elecciones generales del 9-M eran a vida o muerte entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Era la segunda vez que ambos se enfrentaban en las urnas y, por eso, a cada uno de ellos sólo le servía ganar. Los dos candidatos habían presentado los comicios como un plebiscito. Así que parecía lógico pensar que el perdedor debía irse a su casa. Mas no ha sido así. Venció Zapatero pero Rajoy parece empeñado en seguir al frente del Partido Popular para intentar el asalto a La Moncloa dentro de cuatro años. Tras dos fracasos electorales, debería asumir sus limitaciones y dejar paso a otro. No lo hace por el miedo atroz que existe dentro del PP a que su sucesión genere una fractura interna y lo divida en mil pedazos como en su día ocurrió con la UCD de Adolfo Suárez. Aquel fantasma del centro derecha español sobrevive todavía en la mente de muchos dirigentes populares, obsesionados con la posibilidad de que la historia se repita un cuarto de siglo después. Cuando Aznar tomó las riendas del PP todo su empeño era convertirlo en un partido de centro. Después de ocho años de gobierno, eligió a Rajoy como sucesor porque, entre otras cosas, representaba ese centro político mucho mejor que Rodrigo Rato y Jaime Mayor Oreja. Sin embargo, en estos cuatro años de legislatura desde el PSOE le han acusado de extremista y de radical. Nada más lejos de la realidad. Los resultados del 9-M han demostrado que quien verdaderamente ha crispado la vida política durante los últimos años es Zapatero. A los datos me remito: el PP ha arrebatada a su adversario medio millón de votantes en toda España, son ciudadanos que hace cuatro años confiaron en Zapatero y que a lo largo de esta legislatura se han arrepentido hasta tal punto que, esta vez, han preferido al radical y al extremista de Rajoy. Aún así, el PSOE ha ganado los comicios pero no precisamente porque los votantes hayan castigado la labor de oposición del PP. Zapatero ha vencido gracias al trasvase de votos nacionalistas que parecen contentos con su modelo de estado federalista, con su defensa de la España plurinacional y con sus reformas estatutarias. Así, ha disparado su número de apoyos en Cataluña y País Vasco pero ha sufrido una sangría de votos en A Coruña, Albacete, Almería, Cádiz, Ciudad Real, Córdoba, Cuenca, Granada, Huelva, Jaen, La Rioja, Lugo, Madrid, Málaga, Murcia, Palencia, Salamanca, Segovia, Sevilla, Toledo, Valencia, Valladolid y Zamora. Zapatero considera que el centro político está en la equidistancia entre el Partido Popular y las formaciones nacionalistas. Pero no es así. Con su victoria, se corre el peligro de interpretar que todo cuanto ha hecho a lo largo de estos cuatro años ha sido correcto y oportuno. Pero tampoco es así. La democracia no posee el dogma de la verdad, sólo expresa el deseo de la mayoría. Que haya más españoles que le prefieran a él, en lugar de a Rajoy, no significa que los 11 millones de personas que le han votado aprueben todo cuanto ha hecho. Si quiere volver a ganar los próximos comicios deberá volver al centro, recuperar los consensos que rompió con la oposición y convencer a todos aquellos que le votaron tras el 11-M pero no se han atrevido a hacer lo mismo después de la negociación con ETA, de las reformas de estatutos, de la Memoria Histórica y del matrimonio gay. A buen seguro que Zapatero volverá al centro porque, después de arrasar por la izquierda, ya no tiene competidores en IU, ERC, CHA y EA. Su verdadero reto está en el centro, el espacio político al que renunció por interés electoral y que debe recuperar si, como ha prometido, piensa gobernar para todos los españoles.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito