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EE.UU.

Aumenta la pugna por llevar a los demócratas a la Casa Blanca

Por Miguel MartorellTiempo de lectura2 min
Internacional16-03-2008

La batalla entre Barack Obama y Hillary Clinton por liderar el Partido Demócrata en las próximas elecciones presidenciales de noviembre continúa siendo ajustada. El senador ha logrado una victoria contundente en Misisipi, un estado mayoritariamente negro, y Clinton ya prepara las próximas primarias en Pensilvania, donde parte con cierta ventaja.

El número de delegados con los que cuenta cada uno para llegar al Congreso demócrata que debe decidir a su líder continúa sin arrojar un claro ganador. Obama se embolsó 33 delegados con su victoria en Misisipi, pero le sigue demasiado cerca Clinton, quien podría inclinar la balanza en el último momento y tirar por los suelos del que quiere ser el primer presidente negro de Estados Unidos. “Es simplemente otra victoria en nuestra columna, y seguimos sumando más delegados”, afirmó Obama sobre su victoria en Misisipi, consciente de que suma 1.589 delegados, frente a los 1.470 de Clinton. Es más que probable que ninguno de los dos alcance los 2.025 delegados que son necesarios para alzarse con la victoria indiscutible, por lo que la decisión final dependerá de los superdelegados del Congreso. Quizá por estos márgenes tan ajustados, la campaña demócrata ha empezado a recrudecerse por momentos. Obama se ha deshecho de su asesor espiritual durante las dos últimas décadas, Jeremiah Wright, por sus comentarios sobre la supremacía negra que rozaban el racismo. “Hemos respaldado el terrorismo de Estado contra los palestinos y los negros de Suráfrica y ahora somos los indignados porque lo que hicimos se vuelve contra nosotros aquí”, dijo Wright cuando dos aviones derrumbaron las torres gemelas de Nueva York. Por su parte, Clinton, despidió a su asesora Geraldine Ferraro, por sus polémicos comentarios sobre Obama. “Si Obama fuera un hombre blanco, no estaría en esta posición. Y si fuera mujer, de cualquier color, no estaría en esta posición”, señaló Ferraro, en unas palabras que le han costado su expulsión del equipo de Clinton. Con la batalla de Pensilvania en el aire, ambos candidatos se han enzarzado en una guerra de acusaciones mutuas, como sólo lo saben hacer los políticos estadounidenses: en el plano personal. Hillary acusa a Obama de mantener una estrecha relación con Antoin Tony Rezko, un empresario de Chicago enjuiciado por extorsión, soborno y lavado de dinero y que supuestamente donó 250.000 dólares para su campaña. El equipo de Obama ha contraatacado utilizando los antecedentes tributarios de la senadora y ex primera dama de EE.UU. “Los demócratas de este país deberían estar muy preocupados por la negativa de la senadora Clinton de ofrecer una informe completo de lo que podría estar escondido en su información financiera”, aseguró Tommy Vietor, portavoz de Obama, para responder a los ataques de Clinton. Estos ataques personales, nada nuevo, por otro lado, en la política estadounidense, rompen el pacto de no agresión que habían sellado ambos aspirantes hace unos días y pueden convertir el resto de la campaña por liderar a los demócratas en una sucesión de acusaciones y desmentidos que contrasta con la campaña de propuestas que hasta ahora había caracterizado a los dos candidatos.

Fotografía de Miguel Martorell