ANÁLISIS DE ESPAÑA
Y ahora qué (II)
Por Alejandro Requeijo
3 min
España16-03-2008
Pues eso, nada, que no se va. Tanto presumir de ser una persona predecible y previsible y ahora va y, pese a perder sus segundas elecciones seguidas contra el mismo candidato, de forma imprevisible dice que se queda. Y, no solo no dimite, sino que anuncia que se presentará a la reelección de su partido en el congreso extraordinario que convocará en junio. De este modo, Rajoy cierra definitivamente las posibilidades de sucesión en el PP. A ver quién es el guapo que se quita la careta ahora y decide hacerle frente. Sobre todo después del respaldo que la mayoría de los barones le brindaron en Génova una vez el líder popular anunció sus intenciones de volverlo a intentar. De entrada, Aguirre tuvo que esbozar una falsa sonrisa de satisfacción como la que se pone cuando en Navidades tu abuela te regala otro pijama. Dice que “habrá cambios”, que hará “un equipo propio”. ¿El que tenía hasta ahora se lo habían impuesto?, ¿quién? De momento, Zaplana ya está fuera, prácticamente ya lo estaba. Buena señal de todos modos. Pero falta el otro para empezar a creer a Rajoy. Dicen que Acebes, nada más abandonar el balcón la noche del 9-M, se encerró en su despacho y puso silicona en la cerradura por si acaso. En su lugar ya suenan nombres que van desde el serio Pío García Escudero al charlatán Pizarro –a ver donde lo colocan ahora-, la fiel y cumplida Soraya o González Pons –que a simple vista es más de lo mismo-. Pero no bastará solo con un cambio de cromos. Sería hipócrita pensar que solo las caras han llevado al PP a su segunda derrota. En ese caso habría que empezar por cambiar la de Rajoy. Es por ello que también será necesario retocar el discurso. No será difícil. No hay doctrina que cien años dure. Y si no, ahí está la Iglesia. Tantos años defendiendo la castidad para frenar el sida en África porque no se podía cambiar la doctrina y ahora van y la retocan para introducir el enriquecimiento excesivo o el tráfico de drogas entre los pecados capitales. En fin. El PP también cambió muchas veces de discurso. Se ensalzaron las teorías de la conspiración sobre el 11-M y luego lo negaron, crearon el monstruo de la AVT y luego ni Rajoy quería sacarse una foto con ellos, apelaron al “España se rompe” y al ver que no se rompió echaron marcha atrás, bramaron contra el Estatuto de Cataluña y luego apoyaron uno muy parecido en Andalucía. En fin también. Pero Rajoy dice que sigue. Habrá quien diga que en realidad sólo ha perdido unas elecciones ya que las del 2004 las perdió Aznar. Habrá quien apele a que la crisis económica que se cierne sobre España le permitirá mostrar su mejor versión, la de la última campaña. Pero en realidad absolutamente nada cambiará en seno del partido. Rajoy dice que es lo mejor para el PP y lo mejor para España, pero en realidad la decisión de seguir es la menos mala sólo a corto plazo. Evita una guerra de sables con los votos todavía calientes. Pero que nadie se engañe, a medio largo plazo Rajoy seguirá estando en la oposición, seguirá hablando en su roman paladino, mientras que a Zapatero le bastará una sonrisa para que le entiendan, el "buenas noches y buena suerte", seguirá siendo más efectivo que la niña, en Cataluña y Andalucía seguirán teniendo un agujero negro de votos. Volverán las dudas. Seguro. Y ahí estarán de nuevo al acecho Aguirre y Gallardón –los dos ya han dicho que continúan (esperando)- para preparar la caída. ¿O es que alguien en su sano juicio cree que la segunda derrota de Rajoy, lejos de alentar las ansias sucesorias de la tropa las ha suprimido? Sólo hay que esperar el momento adecuado. Y este no lo es.
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Alejandro Requeijo
Licenciado en Periodismo
Escribo en LaSemana.es desde 2003
Redactor de El Español
Especialista en Seguridad y Terrorismo
He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio