¿TÚ TAMBIÉN?
Nacer en Alemania
Por Álvaro Abellán
3 min
Opinión17-02-2008
La mayoría de los anuncios de la Administración pública española son para echarse a llorar. Los que van dirigidos a familias y a jóvenes son peor: para pegarse un tiro. O, mejor, para exiliarse. Van tan de modernos que nos parecen más carcas de lo que son. Por supuesto, nos tachan de imbéciles y de superficiales y sólo lamentan que aún tomemos las decisiones de nuestra vida por nosotros mismos: “No podemos conducir por ti”, lo que viene a querer decir que “lamentablemente, tienes que actuar por ti mismo”. Por no hablar del último “antivicio”, en el que un preadolescente drogado nos restriega que, como él, podría ser nuestro hijo. Aún recuerdo mi reacción frente al “Si no tomas precauciones”. Aquel anuncio decía, literalmente: “Si no tomas precauciones, ¿sabes quién actúa?: el herpes genital; la sífilis, el sida, hepatitis B, clamidia, gonorrea y el embarazo no deseado. En tus relaciones sexuales utiliza el preservativo”. Además de la penosa identificación del embarazo con enfermedades terribles y estigmatizadas, el tono moral de fondo es de ese socialismo rancio y adoctrinador para el que nuestra libertad es un estorbo. Para ellos lo ideal sería que funcionásemos a golpe de eslogan. Frente a un panorama tan lamentable y desalentador, no sólo por la visión que tienen de nosotros, sino por lo coactivo y superficial de sus propuestas, esta campaña de la Administración alemana para fomentar la natalidad me parece, casi, una obra de arte: “Nos vuelves locos. Lloras toda la noche. Te orinas en la cama. Te salen los primeros dientes y luego tienes incluso el sarampión. Primero el parvulario, luego el colegio y con 15 años nos tienes a nosotros. Sí, tú nos haces locamente felices. Tu adquisición es gratuita. Luego se vuelve cara. Necesitas tiempo y espacio. Nos cuestas los zapatos nuevos, la televisión grande y las vacaciones en la costa. Tú no eres un lujo, tú eres impagable. Hay muchos motivos para no tener hijos y el mejor para tenerlo: tú. No puedes hablar y nos explicas el mundo. No puedes correr y nos ayudas a dar un salto. Aprendes tanto cada día y nos enseñas mucho más. Nos muestras que nunca es mal momento, sino realmente el mejor para recibirte. Tienes padre y madre y necesitas todo el país para crecer felizmente. No estás solo, sino que eres nuestra tarea más valiosa. Tú haces de dos personas, una familia; de la vivienda más pequeña, un lugar de juego y de aventuras; y de espaguetis y salsa de tomate, una comida de fiesta. Necesitamos más como tú, porque sin ti el presente no es divertido y el futuro ya pasó. Tú eres Alemania.” Resaltaría, por contraste con las campañas de nuestro gobierno socialista, tres cuestiones. La primera, la apuesta cordial y en positivo por sus ciudadanos: mientras las campañas españolas dan la impresión de que los españoles somos unos miserables que debemos ser corregidos constantemente, la campaña alemana deja presente que el país encuentra su sentido, alegría y futuro en el nacimiento de cada ciudadano. La segunda, el incentivar a responsabilidad social y política de los ciudadanos: mientras que nuestro gobierno nos dice qué tenemos y qué no tenemos que hacer, como si fuéramos autómatas, el gobierno alemán dice a sus recién nacidos: te queremos como eres, atrévete a soñar. Por último, el tema de fondo. Mientras las campañas españolas suelen limitarse a corregir males, a poner parches en el regular funcionamiento estadístico del sistema social, esta campaña alemana pretende fomentar un gran bien: el bien de la vida. Si España es como nos lo enseña este gobierno, conviene exiliarse, para evitar males psicológicos mayores. Si Alemania es como nos dice esta campaña -que cuenta con otra docena de mensajes positivos-, ese parece un buen destino para exiliarse. Porque allí donde un embarazo es tan terrible como el sida, la vida pierde sentido. Pero allí donde la vida siempre es deseada y vista como un valor de presente futuro, allí, es donde la vida se ensancha.