UN VENEZOLANO EN COLOMBIA
La culpa no es mía, sino del Imperio
Por Elías Said
3 min
Opinión15-02-2008
En comunicación hay un fenómeno que se conoce como el “Efecto de la tercera persona”, en la que se explica cómo los individuos siempre estiman que el impacto de los medios es mayor en los otros que en ellos. He recordado este efecto en comunicación, ya que el actual enfrentamiento entre Exxon y Petróleos de Venezuela (PDVSA) ha contribuido, una vez más, a fortalecer el discurso y posición del gobierno venezolano en cubrir su incompetencia en torno a la satisfacción de las necesidades de los venezolanos por “culpa” de factores externos. A pesar de que muchos analistas ven con preocupación las amenazas dadas por Hugo Chávez de corte de suministro del petróleo a Estados Unidos, me resulta una bravuconada más de este presidente, cuyo discurso incendiario contra el gigante del norte de América no se corresponde con la creciente escalada de dependencia económica que tiene con este país desde que está en el poder, no sólo desde el punto de vista de ingresos por conceptos petroleros sino al momento de importar los bienes de primera necesidad que muchos de los venezolanos consumen y que antes eran elaborados en Venezuela, por culpa del actual desabastecimiento del mercado interno. Pese a reconocer que las acciones legales de Exxon, en las que se ha congelado activos de PDVSA por un valor aproximado de 15.000 millones de dólares, genera suspicacia y hasta legítima parte del razonamiento del presidente venezolano, éste no ha hecho más que fortalecer la línea política cada vez más dura de su gobierno, en la que lanza una nueva cortina de humo, a nivel internacional y nacional, para enfocar el debate en temas alejados a su rango de acción y responsabilidad, para con quienes residen en el país y que tienen que llevar a cabo peregrinaciones para la compra de bienes de primera necesidad, a pesar de ser Venezuela un país rico. Lo sucedido entre Exxon y PDVSA es un claro ejemplo de la visión que muchos de los responsables del gobierno estadounidense tienen ante América Latina, al aplicar acciones que contribuyan a la consecución de sus intereses y predominio en la región, por medio de “intermediários”, en este caso económicos, que les haga el “trabajo sucio”. También de la constante visión desde este país por concebir a Latinoamérica como el “patio trasero de América”, cuando el creciente auge de movimientos políticos de izquierda o autodenominados como tales se han convertido en opciones viables en una región que busca creer y concretar acciones a favor de su derecho legítimo a buscar alternativas propias que respondan a sus realidades, aunque ello signifique poner al frente a personajes como Chávez, el cual sabe explotar su condición de “animal político” ante los medios de comunicación y no repara en asumir como unitario el sentir alrededor del proyecto político que lidera como la única opción verdadera y viable para Venezuela y la región, mientras aprovecha las acciones estadounidenses como las actuales, para justificar su incompetencia como gobernante detrás de la bandera nacionalista que es empleada para apoyar al principal estandarte económico venezolano, PDVSA, ante los ataques generados por intereses extranjeros y nacionales “traidores”.
