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ITALIA

Italia se debate entre un gobierno de transición y nuevas elecciones

Fotografía

Por Miguel MartorellTiempo de lectura4 min
Internacional27-01-2008

Tras la caída del Gobierno de Romano Prodi, el presidente de Italia, Giorgio Napolitano, debe decidir si convoca elecciones -que estarán condicionadas de nuevo por una Ley Electoral nefasta- o forma un gobierno de transición compuesto por gestores que se encarguen de reformar la citada norma y tomar las riendas del país hasta 2011, cuando se convocarían nuevos comicios.

El Ejecutivo de Romano Prodi ha caído. En apenas en una semana, el primer ministro italiano ha pasado de liderar una coalición gubernamental de 14 partidos a salir por la puerta de atrás del Senado de Roma completamente derrotado por sus propios aliados. Una vergonzosa sesión en la Cámara Alta italiana puso punto final a un Gobierno que ha durado apenas dos años. Italia se debate ahora entre la convocatoria de unas nuevas elecciones o la formación de un Gobierno de transición que modifique la Ley Electoral y acabe con una crisis institucional que se repite desde la Segunda Guerra Mundial. Italia fue la semana pasada la clara demostración de que en política los días pueden llegar a ser muy largos. La crisis institucional se desataba el lunes cuando el líder de los democristianos de Udeur y ministro de Justicia, Clemente Mastella, presentaba su dimisión con una frase tajante: “Dejamos la mayoría, la experiencia se ha acabado”. El motivo de la precipitada salida no era otro que la detención de la mujer de Mastella, Sandra Lonardo, presidenta del Consejo Regional de Campania, por un presunto caso de corrupción en el que el propio líder de Udeur está siendo investigado. Mastella no se sintió apoyado por la coalición de Gobierno y su renuncia fue su personal desquite. Pese a que Udeur sólo contaba con tres escaños (un 1,4 por ciento de los votos) su apoyo era fundamental para sostener al Gobierno de Prodi, que decidió someterse a una moción de confianza en la Cámara de los Diputados. Allí superó la prueba, pero el siguiente paso obligado, la votación en el Senado, era la crónica de una muerte anunciada. Al gozar de una exigua mayoría en la Cámara Alta, el presidente de Italia, Giorgio Napolitano, quiso evitar a Romano Prodi la deshonra de ver su derrota en primer persona y le sugirió la dimisión anticipada. Sin embargo, el primer ministro decidió hacer gala de su apodo, Il Professore, y dar una última lección de democracia. Con todos los números en contra y con los liberales de Renovación Italiana de Lamberto Dini anunciando que tampoco votarían por su continuidad, la comparecencia de Prodi en el Senado tenía un claro objetivo: demostrar que Italia no puede continuar en manos de una Ley Electoral que prima la proporcionalidad y, por tanto, deja la llave de los gobiernos en manos de partidos minoritarios. La sesión en el Senado, que transcurría con la habitual algarabía de cualquier debate parlamentario en Italia, se transformó en una auténtica vergüenza cuando Nuccio Cusumano, de Udeur, anunció que votaría a favor de Prodi. Su compañero de filas, Tommaso Barbato, regresó al Hemiciclo sólo para increpar e intentar agredir a Cusumano. “Maricón, eres una basura, eres una puta, eres una muñequita” o “vendido, cornudo y pedazo de mierda” fueron sólo algunas de las delicadezas que le dedicó Barbato a su compañero antes de escupirle en la cara. Las filas de la centroderecha se sumaron al alboroto con gritos al senador, que acabó desmayándose por la tensión del momento. Llegadas las votaciones, Prodi quedó en minoría: 161 votos en contra, 156 a favor y una abstención. El primer ministro no asistió al espectáculo que ofrecieron las filas de la centroderecha, que descorcharon botellas de champán y comieron mortadela en la Cámara, pues optó por abandonar el Senado antes de escuchar el resultado. Entre las elecciones y la Transición “Lo peor ha pasado. Ha caído el peor Gobierno”. Los titulares de los medios afines al ex primer ministro Silvio Berlusconi eran explícitos y no ocultaban las intenciones de la centroderecha: convocar elecciones. En la situación actual, y según los últimos sondeos, Berlusconi recuperaría el poder con una amplia mayoría, por lo que Il Cavaliere no quiere perder la ocasión. Sin embargo, el presidente de Italia no está dispuesto a volver a presenciar cómo se forma un nuevo Gobierno inestable, otro de tantos desde la Segunda Guerra Mundial. El jefe de Estado ha abierto consultas entre los grupos parlamentarios para estudiar la situación y decidir si convoca elecciones anticipadas o forma un ejecutivo de transición. Esta última opción es la preferida por los ciudadanos, sindicatos y empresarios, hartos como están de ver el circo en el que se ha convertido la política en su país. Pesará especialmente la opinión de los empresarios que saben la inestabilidad económica que, en la actual situación de incertidumbre económica mundial, suponen unas elecciones anticipadas. En todo caso, la principal tarea de ese gobierno formado por tecnócratas será reformar una ley electoral perjudicial para la vida política de Italia. Una norma que se realizó a la medida de Berlusconi y que sus propios artífices calificaron de una “cerdada” electoral que sólo beneficiaría a la unificada derecha italiana. Napolitano decidirá entre estas dos opciones con la vista puesta en los datos que refuerzan la formación de un gobierno de transición: a pesar de estar en el G-8, Italia tiene una deuda pública de un 104 por ciento del PIB, además de un déficit del cuatro por ciento y una terrible estadística, prácticamente ninguno de los 63 gobiernos formados desde el fin de la Segunda Guerra Mundial ha podido acabar la legislatura.

Fotografía de Miguel Martorell