SIN ESPINAS
OBL y la muerte del ABM
Por Javier de la Rosa2 min
Opinión17-12-2001
Los que siguen la actualidad sabrán ya que no me he vuelto loco. Pero como me he puesto en plan yankee pijo para dar título a mi artículo de esta semana, me explicaré. OBL es como domésticamente se refieren los americanos a su fundamentalista verdugo Osama Bin Laden. Y ABM son las siglas con las que se conocía el extinto, desde el jueves, tratado de antimisiles balísticos. Un tratado que Nixon firmó con la desaparecida Unión Soviética en el año 72. Ahora leamos de nuevo el título. ¿Ya? Por desgracia tiene mucho que ver. El plan de Osama Bin Laden se va a volver contra él hasta límites insospechados. Tanto es así, que me atrevo a decir que Osama Bin Laden es la garantía de prosperidad económica para el EEUU del siglo XXI. (A no ser que una razón de fuerza mayor, véase, el Apocalipsis, detenga el proceso). Los atentados del 11 de septiembre, además de ser uno de los acontecimientos más macabros de la historia contemporánea, se han convertido en el argumento más creíble y potente para justificar la creación del escudo antimisiles que Bush llevaba vendiendo al mundo desde el inicio de su gobernado. El símbolo de amenaza terrorista mundial que representa Osama será el filón argumental para el desarrollo de una política económica que ya se tenía prevista desde antes de la caída de las torres. La economía norteamericana necesitaba un relanzamiento. Y el desarrollo armamentístico coadyuvado por los conflictos bélicos ha sido siempre un signo de prosperidad indiscutible. Sabemos que desde la miseria creada por las dos guerras mundiales se levantaron las grandes economías del siglo XX. El vídeo supuestamente encontrado en una casucha de Afganistán por los americanos ha servido de golpe de efecto para anular la repercusiones que la ruptura del tratado podría generar en la opinión pública. Pero la grabación, cuya calidad ya en la realización es pésima, no tiene sentido como mensaje burlesco de Bin Laden a no ser que éste no se diera cuenta de que le estaban grabando -cosa harto difícil-. Todo esto olerá pronto a la pólvora quemada del rearme y el horizonte más cercano se verá con el Titanic de la industria bélica reflotado. En eso sí que van a salir ganando los americanos. Ojalá hacer el amor y no la guerra fuera más rentable a corto plazo, pero los resultados del amor -inmensos e indiscutibles- son siempre difíciles de cuantificar para el humano descreído. ¡Odio el eterno retorno! Porque luego llegará un avión desde el cielo o la honda de David y no valdrá más fuerza que el escudo del amor para pararlos.