PAKISTÁN
La muerte de Bhutto desencadena una gran inestabilidad en Pakistán
Por Iara Mantiñán
2 min
Internacional30-12-2007
La muerte de Benazir Bhutto ha sido un duro golpe para la frágil situación política que está viviendo Pakistán. La cuenta atrás ha empezado, faltan pocos días para las elecciones, Pervez Musharraf ha perdido el apoyo del pueblo y el nuevo candidato Nawaz Sharif no puede presentarse a los comicios. Bhutto era la solución para devolver la calma al país, que tras la muerte de la candidata se ve inmerso en una profunda e inestable crisis política y civil.
El presidente Pervez Musharraf quería jugar limpio. El pasado 15 de diciembre levantó el estado de excepción tras haber renunciado a sus poderes como jefe del Ejército. Permitió que la líder del Partido Popular de Pakistán (PPP) se presentase a las elecciones intentando hacer un buen uso de la democracia. Ante el asesinato de Benazir Bhutto, ha condenado firmemente el ataque terrorista y ha decretado tres días de luto oficial del país. El atentado no sólo le ha costado la vida a la ex primera ministra y líder de la oposición paquistaní, Benazir Bhutto, y a otras 20 personas, sino que ha provocado una ola de violencia en varios puntos del país que se saldó, al menos, con la muerte de 33 ciudadanos, según el último balance oficial. Un total de 24 personas fallecieron en la provincia de Sind, al sur del país, tierra natal de Bhutto, en los enfrentamientos que siguieron a la noticia de su muerte. Además, seis personas fueron quemadas vivas cuando una multitud encolerizada prendió fuego a una fábrica en Karachi, capital de la provincia, informó la Policía. "La multitud rodeó esta fábrica en el barrio de Korangi de Karachi. Prendieron fuego y seis personas fueron quemadas", afirmó un responsable policial. Los manifestantes también destrozaron una fábrica de medicamentos y una clínica privada de la ciudad. Las fuerzas paramilitares que ayudan a la Policía recibieron la orden de disparar contra los artífices de estos disturbios. En total, unos 16.000 hombres fueron desplegados en la región, 10.000 de ellos únicamente en Karachi. Además, el llamamiento a la huelga lanzado por la oposición transformó a esa metrópolis de 12 millones de personas, habitualmente ruidosa, en una ciudad casi fantasma en la que la mayoría de habitantes prefirió encerrarse en sus casas. Otras ocho personas fallecieron al explotar una bomba al noroeste del país, entre ellos un miembro del partido del presidente Pervez Musharraf. Esta ola de violencia se produce a dos semanas de las elecciones legislativas y provinciales en Pakistán, en las que Bhutto confiaba en derrotar a Musharraf. El otro líder político, el ex primer ministro Nawaz Sharif, no se ha callado ante la situación paquistaní y ha prometido “continuar la lucha” de Benazir Bhutto a favor de la democracia. Varios seguidores de Sharif, que al igual que Bhutto acaba de regresar al país tras varios años de exilio para participar en las elecciones legislativas de enero, fueron tiroteados después de que el líder opositor pronunciara un mitin en Islamabad. INFORME.- Pakistán, en cinco minutos