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SER UNIVERSITARIO

En qué piensan las mujeres

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura2 min
Opinión02-12-2007

Cuando el personaje interpretado por Mel Gibson descubre su cabeza invadida por los pensamientos de las mujeres que le rodean, siente un desconcierto tan poderoso que arriesga su vida por volver a ser el de antes. Pero del mismo modo recibió aquel don sin esperárselo, tampoco lo perderá cuando él decida. Los imposibles del lenguaje poético nunca son mera excusa para un argumento -salvo que el creativo sea un mediocre-, sino una exageración simbólica de una verdad profunda que se quiere resaltar. En este caso, el hecho de escuchar qué piensan las mujeres no hace sino resaltar la tesis de qué pasaría si un hombre fuera capaz de escuchar con tal intensidad y acierto que fuera capaz hasta de descubrir los pensamientos que están detrás de las palabras, los gestos, las miradas. Al principio, descubrir que la imagen que él tiene de sí mismo (un triunfador) no coincide con la que tienen las mujeres de él (hombre objeto pero imbécil), no le resulta atractivo. Pero conocer la verdad sobre uno mismo, especialmente la verdad desagradable, es el primer paso para superarse y ser mejor. El segundo paso se lo mostrará una mujer psicólogo: ser capaz de escuchar lo que otros piensan, es un don. ¿Para qué? Al principio, para dominar el mundo. Pero luego descubre que el dominio no sólo no da la felicidad, sino que resulta un camino irreconciliable con la posibilidad del amor. Entonces descubre el verdadero sentido del don: aprender de los demás para mejorarse a sí mismo y para amar al resto tal y como verdaderamente son. Si bien a todos deberían recordarnos la importancia de escuchar, de atender a lo que los demás piensan o sienten hasta el punto de averiguar lo que está detrás de las palabras, resulta especialmente apropiado recordarnos esta virtud en el ambiente de los comunicadores y, aún mejor, de los publicitarios. Es precisamente la capacidad de escucha activa la que distingue a al gran publicitario: esa capacidad de descubrir los problemas o necesidades exactos para aportar las soluciones precisas o, en positivo, esa capacidad para descubrir los sueños de sus clientes antes que los mismos clientes. Al igual que el protagonista de La vida de los otros, el de esta película debe a su capacidad de escucha la posibilidad de su redención. Redención que tampoco está exenta de riesgos, y es que precisamente porque en la vía del amor no cabe el dominio, amar siempre es una aventura donde nos jugamos la vida (o, al menos, el trabajo, como le pasa a nuestro protagonista). Ahora bien, como nos enseñan también casi todas las películas, es la única aventura que merece realmente cualquier pena.

Fotografía de Álvaro Abellán

$red

Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach