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ANÁLISIS DE ESPAÑA

...Y la casa sin barrer

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura2 min
España09-09-2007

Que un partido que sólo se presenta en una comunidad obteniendo poco más de 800.000 votos pueda gozar de más peso en el Congreso que otro que se presenta a nivel nacional con un millón y medio de apoyos es un atropello a la razón que sólo pueden pasar por alto aquellos que ven la política y la democracia como un fin para obtener sus caprichos mas personales e individualistas. No obstante, esa realidad se da en España desde hace ya un buen puñado de elecciones. Es por eso por lo que urge una reforma de la ley electoral que ponga freno a este desbarajuste aritmético que no hace más que deslegitimar cada cita electoral. Ha llegado un momento en el que los votos han dejado de valer lo mismo. Cuando se instauró la Ley D’hont hace ya décadas, la situación política era muy diferente a la actual. Pero las necesidades cambian y los inconvenientes de ayer no son los mismos que los de hoy. Por eso toca ponerse al día para regenerar un sistema que cada vez goza de menos credibilidad. Es necesaria una reforma electoral, pero no para caer en el rancio y aburrido bipartidismo (beneficiado también por el actual marco electoral), sino para establecer un baremo justo que permita la libre y sincera manifestación de los ciudadanos. Este sería un buen comienzo que además podría dar pie a otros avances como la elección de diputados por medio de listas abiertas a la alemana o, quién sabe, unas elecciones con segunda vuelta a la francesa. Durante los últimos años, este debate ha acaparado no pocos titulares y declaraciones de dirigentes que van desde Rodríguez Ibarra a Rajoy, pasando por algún soplo de aire fresco en forma de nuevo partido que alza la voz para decir a más de uno Basta Ya y recordarle que la democracia debe estar pensada para los ciudadanos y no para los políticos. Pero esta no es la única necesidad de reforma que exige nuestro sistema. Ahí tenemos un Senado totalmente pasado de moda, o un CGPJ deslegitimado desde hace meses, o un Tribunal Constitucional saturado de recursos y burocracias. Y para los que tengan menos ganas de complicarse la vida, también hay una reforma pendiente en relación a la sucesión de la Corona. Reformas más o menos urgentes pero todas necesarias ante las que populares y socialistas se mostraron cuando menos dispuestos a debatir. No obstante, luego se dieron cuenta de que ganaban más con la división y el enfrentamiento continúo y polarizando a la población en función de sus cálculos electoralistas. Para qué discutir si puedes pelear, que diría El Loco. Y mientras ellos han sacado partido de sus escándalos ya han pasado cuatro años y las reformas de Estado prometidas no han llegado. Al final, la legislatura se agota y la casa sigue sin barrer. En fin, ¿quién la barrerá?, pues el barrendero que la barra, buen barrendero será.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio