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ANÁLISIS DE DEPORTES

La reválida de Fernando Alonso

Fotografía

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura4 min
Deportes09-09-2007

Fernando Alonso, después de cumplir cien Grandes Premios en Turquía, está en el ajo de una temporada calentita como nunca. Pero como pelea por ganar el Mundial, aun estando a disgusto con el trato que le dan en el equipo… no le queda otra que centrarse y demostrar, como hizo en Monza, que es el mejor piloto sobre la pista. McLaren está con tantos frentes abiertos que no da abasto, y a la sanción que le espera por el informe que su diseñador jefe, Mike Coughlan, tenía en su casa procedente del técnico de Ferrari Nigel Stepney, se suma que Ron Dennis anda más que desbordado en sus intentos por poner orden. Pero lo cierto es que el jefe debiera haber hecho cumplir el reglamento interno del equipo, pues el silencio acaba siendo omisión, y si no se solucionan los problemas de raíz, todo se complica. Hete ahí la cuestión del orden interno que Flavio Briatore y Jean Todt, por poner dos ejemplos en Renault y Ferrari, mantienen celosamente. Deportivamente, no hay cómo criticar -más allá de afinidades o fobias- la temporada de Lewis Hamilton. Pero el británico tiene detalles de ambición excesiva, dicho de otro modo, que la fama se le sube a las barbas: no es normal estar detrás de dos investigaciones y una sanción contra su propio equipo. Hamilton es un piloto con múltiples virtudes, pero entre ellas no está el aceptar el reparto de oportunidades. También porque su ambiente no es el más adecuado: no hay más que ver el gusto del señor Anthony Hamilton por chupar cámara y la presión de la prensa británica y los patrocinadores por dorarle la píldora mientras tenga éxito. Ambos son peligrosos compañeros de viaje. Cierto que ha pasado mucho tiempo desde 1996, cuando Damon Hill ganó el Mundial, pero tengo muchas dudas de lo que puede ser de Hamilton si las cosas empiezan a irle mal dadas. El episodio de Hungría dejó claro que el fin no justifica los medios. Si un empleado se enfrenta a su jefe –insultarlo por la radio del equipo y discutir delante de los comisarios se entiende como tal– sería despedido de inmediato, o como mínimo sancionado. No así Hamilton, y McLaren ha llegado a un punto en que no puede ser neutral. Si Dennis, como parte implicada con el piloto –por formarlo y por recibir un porcentaje de sus ingresos–, decide que no quiere frenar a Lewis, deberá arreglárselas con Alonso y explicárselo, aun a costa de incumplir lo que prometió al inicio de la temporada, con un campeón y su aprendiz. Lo que hay son dos gallos y nadie cede un ápice en su orgullo. Alonso, aunque ha reaccionado últimamente con algunas triquiñuelas, ha mostrado sus cualidades: implicación en el desarrollo del monoplaza y liderazgo para motivar a todo el equipo McLaren; un pilotaje menos agresivo, adaptado a los nuevos neumáticos; valentía en las carreras, a costa de cometer errores, y sobre todo, paciencia para morderse la lengua y no hablar más de la cuenta de situaciones molestas. Aspectos que no viene de más reconocer y agradecer, porque Alonso no es de los tipos que cae simpático, sino que se centra en correr, a pesar de los piques de Hamilton, tan sibilino como el que más, y de las sanciones de la Federación Internacional (FIA), como mínimo discutibles. Desde que cumplió 50 carreras, Alonso ha demostrado por qué es el mejor piloto: con mejores bólidos a priori, Kimi Raikkönen y Michael Schumacher no pudieron con él. Ya convertido en bicampeón, con cifras que no tienen nada que envidiar a los mejores pilotos de todos los tiempos –lejos, eso sí, de monstruos como Senna y Schumacher–, le da un repaso a cualquier otro piloto de la parrilla y sabe que ha hecho su parte. Le queda esperar a que McLaren se lo reconozca... o irse. La primera opción es una quimera y la segunda, si no hay sanción a McLaren complicada: vista la situación, lo normal es que no cambie de equipo, harto de desarrollar bólidos para ganar carreras y no sólo pilotarlos. Y ya que sólo Ferrari está para esos trotes, pero Todt no está dispuesto a llevárselo, la mejor elección sería BMW... eso sí, para 2009, siempre que una sanción a McLaren no precipite otras alternativas.

Fotografía de Roberto J. Madrigal