Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

MUJER

Las diferencias entre hombres y mujeres, una realidad evidente

Por María Reyes RomeroTiempo de lectura2 min
Sociedad01-03-2007

El hombre suele ser más fuerte físicamente gracias a una energía más concentrada y a una constitución más robusta. La mujer, con una constitución física más delicada y una energia más dispersa, cuenta con gran intuición y una no menor capacidad de adaptación, sin olvidar un elemento diferencial clave: ellas cuentan con un ciclo biológico ausente en los hombres.

Pero también psicológicamente hablando son distintos. Él es más constructor, ella más artista; en el hombre hay más afán de mando, cierta agresividad y un uso constante y prevalente del raciocinio. La mujer se guía más por la sensibilidad, es más observadora en los detalles y, sobre todo, tiene un fuerte instinto maternal. Todas estas diferencias los hacen sencillamente diversos, distintos pero no por ello icompatibles. Es más, el hombre y la mujer están llamados a sumar sus capacidades y armonizar sus esfuerzos buscando complementarse en lugar de indentificarse. Para ello, el primer paso es romper los viejos prejuicios, esa falsa superioridad de un sexo respecto al otro. El hombre y la mujer son iguales en dignidad, son como la cara y la cruz de una única moneda de la raza humana. Pero estos conceptos no se han tenido siempre claros a lo largo de la historia. Aunque la sociedad ha avanzado muchísmo, incluso hoy se olvidan en ciertos momentos en determinados ámbitos como lo es el laboral. La discriminación o desigualdad laboral por motivos sexuales es un foco de debate constante. La plena incorporación de las mujeres al mercado de trabajo constituye un objetivo difícil de lograr y abre nuevos espacios de actuación política, al tiempo que nuevos desafíos para los estados modernos. Queda mucho por hacer, por ejemplo, en el ámbito político, sobre todo en lo que respecta a la adaptación de las directrices europeas a las peculiaridades de un mercado de trabajo como el español, terriblemente segmentado en función de la edad y el género y cuyas tasas de desempleo y temporalidad casi duplican la media de los países de la Unión Europea (UE). La educación puede ser considerada el área en la que las mujeres han obtenido los mayores logros desde el inicio de esta lucha por la igualdad. En 1950, las niñas eran solamente el 32 por ciento del estudiantado del tercer nivel, en contraste con el 43 por ciento actual. Sin embargo, detrás de estos promedios se mantienen aún mayores diferencias en los países en vías de desarrollo. En el Tercer Mundo los hombres superan en número, en una relación de dos a uno, a las mujeres en el nivel universitario. Por otro lado, la Consitucion española en su articulo 14 hace alusión a la igualdad de todos los españoles sin diferenciación de sexo alguna, primer paso para un cambio en la legislación con respecto a este tema. Tampoco hay que olvidar que que España es un país estructurado en torno a la familia, por lo que son de gran importancia las medidas de conciliación laboral y familiar que sin embargo no han alcanzado la efectividad deseada, en parte debido a la posición secundaria de las mujeres respecto a la actividad laboral y, en parte, a la falta de apoyo político a medidas efectivas que permitan la ruptura de las pautas convencionales de la división sexual del trabajo.

Fotografía de María Reyes Romero