SER UNIVERSITARIO
Las ‘perchas’ informativas
Por Álvaro Abellán2 min
Opinión18-02-2007
La percha informativa suele ser un recurso de los gabinetes de prensa para dar a conocer a quien le paga con la excusa de un “gancho” informativo. Así, lo noticioso -sea por llamativo, por moda o por interés general- se convierte en una excusa para dar a conocer una empresa o un producto. Viene a ser algo así como utilizar el bien público que es la información para obtener fines particulares. Sin embargo, esta misma técnica puede utilizarse de un modo diverso: los periodistas con dos dedos de frente y un poso de cultura saben aprovechar cada percha informativa para plantear cuestiones de fondo. Es entonces cuando el bien de la información se convierte en uno mayor: el del debate público y la formación de los ciudadanos. La estadística oficial nos sorprendió hace un par de semanas constatando que el suicidio es la primera causa de muerte en España. Naturalmente, la estadística no contabiliza los abortos (que superan al año el número de suicidios) ni las difícilmente cuantificables “muertes irregulares” -como las del hospital de Leganés- de aquellos enfermos terminales que ingresan para hacerse unas pruebas y salen con los pies por delante después de un “desmedido” chute de morfina. El caso es que la primera causa de muerte en España es la libre y consciente decisión -sobre uno mismo o sobre otro- de que “vivir no tiene sentido”. Podría ponerme cínico y decir que eso demuestra que somos un país avanzado y de primer mundo. Prefiero ponerme serio y denunciar que no hay cultura más miserable que la que invita a quienes participan de ella a quitarse la vida. Esta cultura miserable que invita a la muerte -sea ésta biológica o espiritual- se alimenta de los “altavoces de la mediocridad”, es decir, de unos medios de comunicación que nos proponen día tras día un mundo que, verdaderamente, no merece la pena ser vivido. Si mi mundo fuera lo que cuentan los medios, yo también me suicidaría. Si algún periodista con dos dedos de frente y un poso de cultura hubiera leído las estadísticas oficiales, tal vez aprendiera a mirar el mundo de otra manera. Tal vez invitara a vivir a sus lectores mostrándoles que otro mundo es posible. Que hay quien descubre una vida en esferas más profundas que el titular de turno; que hay personas dignas de imitar y seguir; que hay causas reales por las que luchar; que no hay tópico más nocivo que aquel de “sólo las malas noticias son noticia”. Busquemos perchas informativas, pero, en lugar de colgar de ellas vestidos vaporosos de temporada, construyamos un armario que ordene cada percha y prenda en su lugar, y que sea capaz de preservar las mejores y eternas galas a lo largo de los tiempos.