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ANÁLISIS DE ESPAÑA

Tarjeta roja a los jueces

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura3 min
España11-02-2007

¿Por qué los futbolistas ingleses no fingen los penaltis?. Eso es lo que nos preguntamos algunos al ver como nuestros delanteros, aquí en España, caen desplomados al suelo nada más pisar el área. Y no sólo. Es costumbre que el jugador simule ser agredido en cualquier momento y en cualquier lugar para engañar al arbitro y sacar así algún beneficio de su trampa. Y es que las comparaciones son odiosas, pero insisto con la pregunta. ¿Por qué en Inglaterra sus jugadores no se tiran y aquí en España lo hacen constantemente?. El debate no es nuevo y ya hay respuestas para todos los gustos. Porque son unos caraduras, unos mediocres, porque son listos o demasiado inocentes. Hay hasta quien se pone erudito y dice que va con la idiosincrasia de unos y otros. Que los ingleses siempre han sido un pueblo rudo, que ha resistido a todo tipo de invasiones y claro, luego eso en el campo de fútbol también se nota. Por el contrario, el latino prefiere la picaresca, lo lleva en la sangre, se decanta por el camino corto y fácil, por la chulería… Pero al final sólo hay una repuesta validad e incontestable: En España los jugadores se tiran porque los encargados de juzgar la acción son malos de solemnidad. Hablo del árbitro, el trencilla, el de negro y otra serie de calificativos que no tienen cabida en estas líneas. Su incompetencia es manifiesta. Los hay que dudan demasiado, a los que le tiemblan las piernas por el miedo, sin personalidad, los caseros que se dejan llevar por el ambiente de la grada. Luego están los estrellitas en busca de portadas de periódico, los que persiguen el escándalo, los que intentan estar por encima de los verdaderos protagonistas, futbolistas frutados en su mayoría. En definitiva -y salvo honrosas excepciones- malos de solemnidad. Y el españolito que van con el balón en los pies todo esto lo sabe. La experiencia le dice que si se tira hay un alto porcentaje de que su engaño llegue a buen puerto. Entonces ¿de quien es la culpa, del jugador que engaña o del árbitro que pica?. ¿El huevo o la gallina?. Pues en este caso la gallina porque es la torpeza del trencilla la que hace al jugador tramposo igual que unos padres irresponsables hacen al niño maleducado. En el campo, como en todos los ámbitos de la vida cada uno defiende sus intereses lo mejor que puede y sin encima le dan facilidades, va con la condición humana aprovecharlas. Diferente es la situación en Inglaterra. Allí los árbitros son verdaderos profesionales. Sabedores de que el mejor resultado es el de pasar desapercibido, el que no hace cosas raras, el que tiene un criterio uniforme y lo aplica siempre en función del reglamento. Nunca dependiendo de las circunstancias, del estado de animo, de su inclinación, de presiones externas. Verdaderos profesionales que no buscan una portada y que se limitan a hacer su trabajo. En definitiva beneficiar el deporte. En Inglaterra su actuación no levanta juicios paralelos porque sencillamente no dan lugar a ello. Pero el deporte no es el único ámbito en el que entran estos factores en juego. En la Justicia como en el fútbol, también están los políticos que engañan (va con su condición), tenemos los terroristas que fingen apoyados por una masa fanática y enfervorizada que presiona y presiona. Todo el mundo opina, todo el mundo insulta. Pero nada de esto sucedería con un criterio judicial uniforme, inquebrantable, ejemplar no necesariamente por su dureza sino por su coherencia. Nada sucedería con jueces llamados a estrellas, políticos frustrados en su mayoría. Nada de esto estaría pasando con unos jueces íntegros y con personalidad ajenos a comentarios o situaciones. Desconozco como serán los jueces en Inglaterra. Es mejor no preguntar. Las comparaciones siempre son odiosas.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio