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SIN CONCESIONES

Todo está pactado

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura3 min
Opinión19-11-2006

Han pasado ocho meses del anuncio de alto el fuego y en absoluto parece que ETA tenga intención de abandonar la violencia. El robo de 350 pistolas en Francia es la prueba irrefutable de que los terroristas persisten en su amenaza. Las cartas de extorsión a empresarios, los ataques a sedes de partidos políticos, la quema de cajeros, las manifestaciones del entramado etarra, las exigencias de Otegi, la huelga de hambre del preso De Juana Chaos y el desafio de Batasuna son otras evidencias de que ETA tiene la intención de mantener su mafia, aunque nunca vuelva a matar. Con estas circunstancias, nadie sensato y con dos dedos de frente seguiría hablando de proceso de paz. Nadie confiaría en una banda de asesinos. Nadie jugaría con la esperanza de millones de españoles. Nadie presumiría de poder poner fin a la violencia a través del diálogo. Nadie, menos Zapatero. Zapatero ha desafiado e incumplido todas las leyes de la lógica, la razón, la prudencia, el sentido común, la dignidad, el patriotismo y el bien común. Pese al chantaje de ETA, permanece dispuesto a dialogar con los terroristas, a negociar con ellos y a alcanzar un acuerdo que les satisfaga suficiente como para abandonar las armas. "Por encima de todo voy a seguir intentándolo", dice Zapatero. No puede ser más claro. Por encima de las víctimas, por encima de la opinión de los españoles, por encima de la lógica y la razón, por encima del interés general... por encima de todo. El presidente del Gobierno busca un trato con los terroristas sin importarle las condiciones o las consecuencias. Está empeñado y obcecado en llegar a un acuerdo con ETA consciente de que su futuro político está ligado íntegramente al desenlace del proceso. Visto así, Zapatero parece un loco, un imaginario, un inconsciente, un pervertido moral. Posiblemente lo sea. Pero él insiste en tener datos de que el diálogo con los terroristas discurre por buen camino. Y quizá sea cierto. Los asesores del presidente cuentan que el fin de ETA es un hecho, que está pactado. Lo sorprendente es que en el entorno de la banda terrorista también admiten en privado esta tesis. Dicen que todo está escrito, firmado, sellado e incluso que el documento que lo acredita está escondido en un caja fuerte de Europa. La actual fase de violencia sería, según estas fuentes, una coartada para que el Gobierno demuestre su firmeza ante la cercanía de las elecciones y que la banda movilice a sus bases. Tras la cita con las urnas y con Batasuna en los ayuntamientos, llegaría la renuncia definitiva al terrorismo y el mérito político para Zapatero. Este es aproximadamente el pacto entre el Ejecutivo y ETA. Por lo tanto, nada habría que temer. Nada, excepto a Zapatero. De ser cierto lo que cuentan sus colaboradores, el presidente del Gobierno habría mentido reiteradamente a los ciudadanos. Dijo que no había hablado con los terroristas y que no tenía acuerdos con ellos. Si tan seguro es el proceso porque todo está planificado, Zapatero habría incumplido su palabra y habría engañado a los españoles. Mentir está mal pero mucho peor es engañar a quien te otorga la confianza. No sé realmente si Zapatero es un loco que pretende negociar con terroristas o un mentiroso que ya ha pactado con ellos de espaldas a la sociedad. En cualquiera de los dos casos, lo que está claro es que Zapatero es un ingenuo por pensar que los votantes respaldaremos tantas barbaridades cuando lleguen las elecciones.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito