ANÁLISIS DE DEPORTES
Para Europa no vale sólo el negocio
Por Roberto J. Madrigal3 min
Deportes05-11-2006
Los revolcones que algunos equipos NBA se han llevado en la pretemporada por Europa no han sido casualidad. Es más: son un motivo muy fundado para suponer que una posible conferencia europea de la NBA no tendría ningún sentido. Para empezar, porque el nivel de los mejores equipos europeos, con una estructura ajena al modelo estadounidense, centralizado -y sí surgido del consenso entre los clubes y las ligas europeas, de las que forman parte-, no tiene nada que envidiar. Segundo, porque los equipos NBA siguen siendo prepotentes y pecan en cuestiones tan fundamentales en tiempos recientes como analizar a los rivales. Siguen llegando sin saber nada de ellos, y su labor de scout (ojeo) se ciñe a los jugadores que destacan en un plano individual. Y así les va. Para colmo, en la propia NBA, el último enano les ha salido con los balones: el comisionado de la liga, David Stern, pretende evitar que árbitros y jugadores discutan para escoger el mejor balón. El tacto de la superficie, de piel, hace que no haya dos iguales. Pero al innovar, con un producto más homogéneo -pero con una base sintética- se ha encontrado con las protestas de los jugadores, reacios a las nuevas sensaciones del compañero de juego. No tomó buena nota Stern de lo sucedido en la Euroliga, cuando que hace varias temporadas también introdujo un nuevo balón -eso sí, de distinta marca- y supo lidiar con quejas más fundadas; no en vano, los jugadores disputan varias competiciones con distintos balones, ya que cada liga tiene el suyo. En algunos aspectos, la maquinaria del negocio americano sigue pecando de falta de humildad y Europa está por delante. El Mundial dejó en evidencia el concepto colectivo del juego, incluso que los técnicos americanos, siendo muy bien preparados, tienen motivos para mirarse al otro lado del Atlántico. Y sin embargo, hay quien está ansioso por dejar sus principios por el olor del dinero. Es el caso de Ramón Calderón, ansioso por inscribir al Real en una posible conferencia europea de la NBA. Por más que haya traído como asesor a Vlade Divac, el análisis es muy, muy incompleto. En Europa existe una estructura asentada -al contrario que en otras partes del mundo-, y por ello, no existe una base de empresarios dispuestos a invertir en construir una franquicia, un negocio muy caro. Pese al modelo NBA, pocas franquicias -las ganadoras- son verdaderamente rentables, la mayor parte está sujeta al egoísmo de sus propietarios, grandes millonarios. Valga como ejemplo, pese al tirón en España, que Memphis tuvo la temporada anterior unas pérdidas de 40 millones de dólares; tanto como el presupuesto para varios años de muchos equipos importantes en la Euroliga. Otras, como Portland, cuestionan incluso su propia supervivencia. Así pues, parece que la solución que han encontrado Stern y Jordi Bertomeu, acercar la pretemporada NBA a los países europeos, es la más inteligente. El siguiente paso, por ahora, debería ser el de intentar que equipos europeos disputen partidos en Estados Unidos. Pero las diferencias son muchas, y no se restringen tan sólo a unas cuentas normas. Por eso, quizá, lo mejor fuese respetar su naturaleza diferente -conviene recordar que en la NBA recalan muchos de los jugadores con mayor potencial, con sueldos impensables en Europa-, explotar los puntos en común y, en lo deportivo, disponer un torneo que permita medir a los mejores de cada lado.