ANÁLISIS DE ESPAÑA
La telenovela nacional
Por Alejandro Requeijo
3 min
España15-10-2006
La telenovela es un género de origen latinoamericano que llega a España allá por los años 50. Mucho antes, su versión en radio ya se había encargado de llevar algo de color a los hogares de una España gris. Pero realmente fue la televisión la que permitió apreciar las características de estas producciones en todo su esplendor. Más conocidas aquí como culebrones, han experimentado un repunte de éxito en los últimos años. Sin embargo, los recuerdos de uno se remontan a la infancia. Cuando la abuela, sin apartar la mirada de la tele, prometía que esa sería la última novela que vería en su vida. Se quejaba de que duraban mucho y que luego perdía toda la tarde, pero siempre terminaba reincidiendo. Pese a la similitud entre todas las telenovelas, siempre veía algo distinto en cada una que le hacía engancharse de nuevo. Casi siempre ficción y nunca realidad, con el paso del tiempo, el culebrón ha terminado por arraigarse tanto en la sociedad que hasta se ha ganado un sitió en la RAE: “Telenovela sumamente larga y de acentuado carácter melodramático”. La definición es perfecta teniendo en cuenta su constante invocación a la lágrima y que su emisión diaria podía llegar a permanecer hasta tres años en la parrilla. De hecho, atendiendo a esta descripción, puede que el culebrón haya trascendido incluso de las páginas del diccionario para apoderarse también de la actividad política española para dar lugar así a nuestra propia telenovela nacional. Capítulos como las agresiones a los políticos no nacionalistas en Cataluña que, pese a que se repiten una y otra vez, no dejan de causar sorpresa a sus espectadores. Mucha ficción. Protagonistas casposos como Bono, gastados hasta la saciedad, pero que aún así siguen haciendo las delicias de sus entregados admiradores. Aunque siempre es lo mismo la gente se indigna, llora y se alegra exactamente igual todos los días. El malo es el de siempre, ya sea en Madrid, en Cataluña o en las pateras cargadas de sin papeles. Las novedades se producen siempre desde el punto de vista sincrónico, pero en el plano diacrónico la situación está intacta. El fenómeno de la inmigración sigue sin resolverse, CiU volverá a ser el partido más votado en Cataluña pero no le servirá para librarse del Tripartito, Gallardón repetirá como Alcalde en Madrid y ni las obras ni sus ansias de poder desaparecerán. Pero tampoco la trama central de la serie, la negociación con ETA, experimenta novedades importantes. Más allá de declaraciones, faroles y envites, la paz se ve lejana y la Justicia desgraciadamente estará una vez más a merced de lo que decidan los políticos. En definitiva, se cumplen dos años y siete meses de la emisión del primer capítulo de éste culebrón y nada ha cambiado, nada ha avanzado. Cuando parece que va a pasar algo importante, el episodio va y se acaba. Lo más grave es que, ante tal pérdida de tiempo, más de uno ya haya optado por hacer como la abuela y jurarse a si mismo que esta es la última telenovela que se tragan. La diferencia es que esto no es un programa de televisión. Hasta que lo cumplan.
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Alejandro Requeijo
Licenciado en Periodismo
Escribo en LaSemana.es desde 2003
Redactor de El Español
Especialista en Seguridad y Terrorismo
He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio