ROJO SOBRE GRIS
Este verano, los buenos irán al infierno
Por Amalia Casado
3 min
Opinión30-07-2006
Sin nada, con lo puesto. Con una mano delante y la otra entrelazada con la de su marido, o con sus hijos en brazos, o pasito a pasito y lentamente cuando pesan los años; van abandonando sus casas, sus pertenencias, sus recuerdos, sus espacios... todo. Emprenden el camino a Jerusalén, Tierra Santa para las tres grandes religiones monoteístas, aún, y de momento, un lugar seguro. Pero esta vez emprenden el camino en una peregrinación obligada, en una peregrinación hacia quién sabe qué lugar. Una peregrinación que les convierte en refugiados. Ya no hay futuro. Cada paso es hacia la salvaguarda del presente en un camino hacia la supervivencia. Hay preguntas que ya no cabe hacerse: los exámenes de septiembre, la vuelta de las vacaciones, la próxima cita con los amigos... Sólo una pregunta: qué será de nosotros hoy. En Jerusalén, son muchas las casas de peregrinos e instituciones que abren sus puertas a los desplazados que llegan desde los lugares de más riesgo. Cristianos, musulmanes y judíos, no importa la religión: la guerra afecta a la vida de todos. Uno de esos centros de acogida es el Instituto Pontificio de Notre Dame de Jerusalén. Lo que habitualmente es un centro de peregrinos a Tierra Santa, un centro cultural de espíritu ecuménico, y escuela de Hostelería y turismo para jóvenes, se ha convertido en uno de los muchos lugares improvisados que acogen a los refugiados. Sin nada, con lo puesto. Así han llegado muchas de las 70 familias que ahora han sustituido a los peregrinos en este centro. La mayoría son familias jóvenes con 2 o 3 hijos. Como muestra, un botón. El Padre Juan Solana, Legionario de Cristo y encargado de la Santa Sede para Notre Dame, encontró un día a una pareja de jóvenes en un coche, durmiendo con un bebé que tenía pocas semanas. Los acontecimientos les empujaron a dejarlo todo para proteger sus vidas. Ante la imposibilidad de encontrar hotel por sus carencias económicas, su destartalado coche se convirtió en casa improvisada. Han sido acogidos en Notre Dame. "Las historias podrían seguir hasta el infinito", asegura el Padre Solana. Se precisa ayuda y apoyo económico. El Centro acoge a los refugiados sin recursos como hubiera hecho el propio Jesucristo, modelo a seguir de quienes gestionan Notre Dame por encargo del Vaticano desde 2002. Un ratito de oración, ahora mismo, delante del ordenador, ¡qué poco puede costar y cuánto puede ayudar! Estamos en vacaciones. "La solidaridad de todos puede ayudarnos a ofrecer una conveniente hospitalidad a estas familias refugiadas, haciéndolas sentir amadas y respetadas en su dignidad", escribe en un comunicado oficial el P. Solana. Ante el mar, nuestra cervecita es un regalo de paz para quienes no vivimos la guerra en nuestras propias carnes. Piénselo: un pequeño donativo también ayudará a que estos sacerdotes puedan ofrecer un hogar, alimento y ropa a quienes no poseen recursos para seguir sobreviviendo sino de la ayuda de los demás. "Este verano, los buenos irán al infierno". Así decía una campaña publicitaria que invitaba a los jóvenes a ir de misiones a los lugares más pobres del mundo. Cerca, a pocas horas de avión, hay quienes no se van del infierno confiando en la Providencia. Rojo sobre gris para quienes nunca abandonan a los necesitados, allá donde estén. Este verano, vayamos al infierno para convertirlo en el cielo que fue el Portal de Belén. Para cualquier tipo de colaboración económica que se desee realizar: Datos bancarios: Destinatario: FUNDACIÓN SEMPER ALTIUS. Concepto: Notre Dame donativo ayuda humanitaria. Número de cuenta: 0049 - 6095 - 10 - 2116076533
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Amalia Casado
Licenciada en CC. Políticas y Periodismo
Máster en Filosofía y Humanidades
Buscadora de #cosasbonitasquecambianelmundo