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SIN ESPINAS

Aquí y ahora

Fotografía

Por Javier de la RosaTiempo de lectura2 min
Opinión30-07-2006

Vivimos unos tiempos en los que "las gentes del campo emigran a la metrópolis; los jóvenes urbanos huyen a la montaña, las mujeres se fingen hombres, los hombres se afeminan cada vez más [...] los jóvenes occidentales se vuelven hacia Oriente, y los orientales ¿buscan el capitalismo? Los monjes abandonan sus monasterios y los hombres casados suspiran soledad [...] ¿Acaso la promesa está perpetuamente en otro lugar, más allá siempre del último horizonte? ¿Es a todos los hombres a los que les falta un componente? Es verdad, leo estas reflexiones del escritor Michael D. O’brien al inicio de mis vacaciones y me pregunto seriamente cuál es el objeto de mi "huida" a otro lugar. El descanso, es la respuesta que se presenta instintivamente. Más, después de un año bien exprimido. Pero, ¿qué es el descanso? ¿Qué pretendo hacer con él? Si es por hacer, más vale que cuanto menos mejor. Necesito reducir el ritmo. Eso, cuantitativamente hablando. Pero ¿cualitativamente? Relajarme, relax es la palabra. Mucha tranquilidad suena mejor. Paz, eso es ya aspirar a algo verdaderamente bueno. Calidad y cantidad se funden en un equilibrio difícil de encontrar. Personalmente, diré que mi marcha de la rutina y el entorno que me suelen rodear no es ni puede ser una huida. Primero, porque, gracias a Dios, amo cada día más lo que dejo tras de mi durante este mes de agosto. Segundo, porque mi retirada no puede tener sino el mismo objetivo que el del resto de la vida que vivo durante los otros 11 meses del año: buscar el sentido de mi vida y llevarlo a término. Por eso la promesa no está en otro lugar. Ahora sé que ni la playa ni la montaña me van a dar lo que anhela todo mi ser. Porque, de alguna manera que no alcanzo a entender, la promesa se realiza aquí y ahora; con mis compañeros de viaje, muchos de los cuales me ayudan ya en el peregrinar de mi vida durante todo el año. Cada uno con los suyos, éste es un gran momento para vivir aquello que, a lo peor, el día a día que nos hemos forjado, no nos permite. Es momento para alejarnos de lo malo ya pasado y para gustar lo bueno de la compañía personal, de mi familia, novio, novia, amigos, maestros y, por supuesto, Dios, que nunca se toma vacaciones en lo que a amarnos se refiere. Es momento para proponerle a mi vida algo de discernimiento acompañado de la reflexión y el sosiego al que inevitablemente estamos invitados en esta época. Sólo así el ruido y la vorágine que pueden erosionarnos a la vuelta encontrarán un firme parapeto. Cuando busco siempre otro lugar, no hallo nunca la felicidad que me puede ofrecer el momento presente. Porque dilapido mis esfuerzos con el vano desear lo que seré o lo que tendré sin siquiera estar seguro de qué es lo mejor para mí. Aquí y ahora, donde estés, sin duda es tu momento y tu lugar. Aprovéchalo.

Fotografía de Javier de la Rosa