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ANÁLISIS DE ESPAÑA

El negocio de la verdad

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura3 min
España16-07-2006

“¡Antes de votar, queremos la verdad!”, “¿Quién ha sido?”. Aquellas frases, aquellos gritos llenos de lágrimas, incomprensión e ira se convirtieron en el eco de la matanza. La reacción de un pueblo que tras el 11 de marzo buscó en las instituciones una explicación para lo inexplicable. Pese a todo, la respuesta nunca llegó. En su lugar, la clase política se enzarzó en una batalla que poco tenía que ver con los anhelos de sus electorados. Su objetivo jamás fue esclarecer las causas de 192 asesinatos, sino llegar los primeros a la meta del 14-M. Para ello, tanto unos como otros se lanzaron cual mercaderes a vender su verdad. En una esquina los populares ofertaban “dos vías de investigación” como su única tabla de naufrago con la que llegar a salvo a la orilla de la victoria electoral. Mientras en su rincón, los socialistas insistían en Iraq y en que España no merecía un Gobierno que mintiese. Finalmente el producto de los socialistas caló mejor en la sociedad. Las dudas crecían a cada minuto y las noticias que llegaban desde fuera desnudaron de sentido el discurso del PP. Quedó viejo, obcecado y cutre. El resto de la historia ya se la saben: unos ganaron y otros perdieron, pero ambos jugaron a lo mismo. Usaron todas sus armas, las buenas y las malas, las que hacen daño y las que no tanto. La única diferencia es que unos jugaron mejor y por eso ganaron, mientras que otros lo hicieron peor y perdieron. Esta es precisamente otra de las muchas conclusiones que dejó el 11-M. Más allá de quien ganó o quien perdió, los atentados de Atocha dieron a luz una nueva manera de entender la verdad. Al igual que paz, democracia, talante, libertad, tolerancia… la verdad pasó a formar parte de ese club de palabras rentables y cualquier oportunidad es buena para sacarle partido. En su caso, si hay vidas de por medio mejor que mejor. Hay están los ejemplos. Los que en su día no podían votar sin saber la verdad, hoy duermen tranquilos pese a que el sumario del juez Del Olmo se haya cerrado con numerosos interrogantes, según reconoce su propio instructor. Por su parte, los que durante tres días no movieron un dedo para llegar al fondo del asunto, luego estuvieron un año entero clamando por una investigación transparente y sincera. Así hasta que se dieron cuenta de que su producto seguía sin interesar. Entonces decidieron cambiar de aires y olvidarse de Atocha para volver sólo cuando algunos medios de comunicación les recuerdan algún punto negro sin resolver. La verdad se ha convertido en un producto más y las comisiones de investigación el mercado en el que comerciar con ella. Ahora los populares valencianos han promovido una investigación en torno al accidente de Metro. El Gobierno de Francisco Camps y Rita Barberá ha dado una lección de cómo gestionar una catástrofe. Lo saben, por ello su iniciativa es como la del cobarde que sólo se mete en una pelea cuando está seguro de poder ganarla. La verdad ha resultado valer su peso en oro, y en votos. Se juega con ella, en un atentado, en una negociación, en un accidente, en un incendio, en una mina antitanque. Las ansias de saber las causas del 11-M pasaron, igual que se olvidó Guadalajara o el Yakolev. Lo mismo sucederá con Valencia y su Metro o con los soldados de Afganistán. Desaparecerán los gritos, y las lágrimas pero seguirá la ira del perdedor que entendió la verdad como un ring en el que saldar cuentas. Y sobre todo, perdurará la decepción de quien confió en la democracia para hallar la causa de la muerte de su familiar querido. Jesucristo recordó a los hombres que la verdad les haría libres y terminó crucificado. Como Él, muchos otros grandes hombres de la Historia que no tuvieron miedo de sacrificarse por encontrar la verdad y ser libres. La pregunta es ¿Cuántos de nuestros políticos estarían dispuesto hoy a hacer lo mismo?. Qué pena.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio