RELIGIÓN
Ratzinger: el papa que España descubrió en Valencia
Por A. Linares-Rivas/VALENCIA
2 min
Sociedad09-07-2006
Hormigas. Hasta un millón y medio de hormigas. En realidad son personas, pero por lo pequeñas que parecen entre las masas de gente, y por el granito de arena que aporta cada una, podría decirse que son marabunta. Todas esperan la llegada del Benedicto XVI que, por primera vez visita España desde que fuera investido Papa.
Hormigas de raza, procedencia y tarea muy diferente: voluntarios, religiosos, autoridades y familias, miles de familias, componen el reparto del Encuentro Mundial de las Familias. Valencia, tierra de las flores, se ha convertido por un fin de semana en un crisol de culturas y gente de todas las edades, aunque la juventud es siempre la gran acaparadora. Por lo menos en lo que a espíritu se refiere. Como si se tratara de granos de mostaza, pese a su pequeño tamaño, su color y sabor se han extendido por las calles de Valencia tiñéndola de amarillo y alegría. Los peregrinos, enfundados en sus camisetas amarillas y cubiertos por gorras daban el punto de color, a tono con la bandera del Vaticano. Numerosas familias han acogido, además, a quienes venían de otros países. Pero no sólo los hogares se han convertido en un nexo de unión. La Ciudad de las Artes y las Ciencias ha sido un hervidero de vítores durante dos días. Los peregrinos han acampado a lo largo y ancho del antiguo cauce del río Turia, entre jardines y riachuelos que ayudaban a calmar el calor. Junto a tal multitud las pantallas gigantes se quedaban pequeñas y el escenario se mimetizaba con los modernos edificios del entorno. El mítico papamóvil ha recorrido las calles de Valencia a la llegada y a la partida del Santo Padre. Con las ventanillas bajadas, una gran sonrisa y los brazos abiertos Benedicto XVI se ha pasaeado por la ciudad. Globos, confeti, pancartas y muchos ánimos le han acompañado en sus trayectos. Y el cariño derrochado por los peregrinos lo ha devuelto el Papa con creces, porque sigue colmando las expectativas de los fieles, algunos de los cuales todavía le tienen "a prueba". En un casi perfecto español el Papa ha presidido la misa, punto neurálgico del encuentro. Los atropellos con ciertas palabras han hecho sonreírse a la mayoría de los asistentes. Son precisamente esos pequeños detalles los que acercan a este Papa, no tan carismático, a los fieles. A pesar de ser tan distinto de su predecesor Juan Pablo II, cada día más, va conquistando el corazón de todos los católicos.