ANÁLISIS DE SOCIEDAD
Un día cualquiera
Por Almudena Hernández
2 min
Sociedad16-04-2006
Un día de estos vamos a dejar de respirar. ¿Cree usted que va a morir hoy? ¿Quizás mañana? ¿Por qué no? ¿Acaso no tienen todos los días un puñado de momentos en los que nuestro pecho podría detener su latido? ¿Piensa usted en la muerte? ¿Cómo actuaría si supiera que hoy es su último día? El miedo a pensar en el último día de nuestra vida hace que un escalofrío nos recorra de los pies a la cabeza. La sociedad vive de espaldas a la muerte, a la enfermedad, al dolor y al sufrimiento. Posiblemente por eso se piensa inmortal. Mas, la paradójica realidad muestra todo lo contrario: que las guerras matan, que la violencia acampa a sus anchas, que la gente sufre y que millones de niños lloran desconsolados. Y ahí seguimos, con la mirada puesta en otra parte, demasiadas veces en nuestro ombligo. Giramos el rostro ante la injusticia, el hambre y la mentira. Pero cada uno tenemos nuestro propio calendiario. Están marcados nuestros días para el resultado de unas pruebas médicas, el accidente, los problemas en el trabajo y con la familia o el enfado con el amigo. Y así un año y otro, y otro más, hasta que sea el último y llegue nuestro día. Pensamos que en nuestro calendario sólo existen los días especiales, importantes y llenos de gozo, que cada mes está espolvoreado de azúcar, que somos diosecillos, que lo podemos todo, que somos los mejores, que en nuestra vida no hay sufrimiento y, tampoco, necesidad de buscarle un sentido. ¿Para qué, si a nosotros no nos va a tocar? La esperanza no tiene significado si no se observa desde abajo, desde la humildad y el dolor. Nuestro calendario está marcado con cruces, pero renunciamos a ellas pues, en nuestra miopía egoísta, pensamos que hoy no va a ser nuestro último día o, al menos, nuestra última oportunidad para cambiar el mundo a mejor. Un día será demasiado tarde.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo