ANÁLISIS DE SOCIEDAD
Crear, jugar con el barro
Por Almudena Hernández
2 min
Sociedad19-02-2006
De niño jugaba sentado en el suelo, como les gusta a los niños hacer. No tenía más juguete que el polvo. Las instrucciones estaban escritas en su inocencia. Era apenas un crío que jugaba a crear. Así se entretenía. En su pequeñez inmensa, en su debilidad buscada, el tierno artista dominaba su creación, era su sueño, podía serlo. Una tarde cualquiera de aquellas amasó el barro con el gesto del rostro especialmente concentrado. Mientras, la imaginación, inquieta, volaba en plena libertad como un pájaro salvaje, pero con rumbo cierto. Quería ser un hombre. Ya lo era. En aquella ocasión, el pequeño puso tanto amor en su obra que, según dicen, surgieron entre las formas las figuras de unos pajarillos cuyo vuelo repentino sorpendió a algún merodeante observador. Corrieron los rumores sobre lo sobrenatural de aquellas pequeñas manos y, según las leyendas, desde entonces la gente le vio como un monstruo. Ya nunca pudo desprenderse de aquella cruz. Evidentemente era un hombre. Pasaron los siglos y aún la ciencia trata de explicar lo imposible, pues algunas cosas hay que observarlas a través del microscopio del corazón y mirar a través del cristal para ver que el hombre que aquél niño quiso ser es algo más que el más perfecto de los animales. Los niños ya no juegan con el barro, pero los mayores impregnamos con la porquería de nuestra moral repugnante nuestro alma y nuestro suelo. A los niños no les dejamos que ensucien sus manos, pero luego a muchos no les permitimos nacer. Nosotros sí que somos monstruos. Exigimos más derechos para quien se puede defender y olvidamos al indefenso. Quizás debiéramos pararnos un instante, sentarnos en el suelo y contemplar el mundo jungando con el barro. Sólo si sabremos qué es ser niños y dar ejemplo. Si lo intentamos, en una de éstas, un pájaro saldrá volando de entre nuestras manos. A ver si tiene suerte y no se estrella con algún niño grande que juega a volar en la carretera.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo