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ANÁLISIS DE ESPAÑA

Aviso para navegantes

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura4 min
España25-12-2005

Era uno de los momentos más esperados de estas fiestas. No porque el Rey pronunciase un discurso el día de Navidad, que lo hace todos los años, si no porque, esta vez, los acontecimientos que lo rodeaban lo cargaban de una especial relevancia. Durante este 2005 que agoniza se han cuestionado temas sobre los que el Monarca tiene mucho que decir. Propuestas de reforma estatutaria como el Plan Ibarretxe primero y el Estatuto catalán después, han instaurado entre la mayoría de la sociedad española un debate que antes no existía. Es cierto que las corrientes de separación procedentes del País Vasco y Cataluña no son nuevas, pero no es menos cierto tampoco que ha sido durante el último año cuando la situación ha experimentado un impulso sin precedentes. Durante los últimos 12 meses, dos reformas descaradamente inconstitucionales han llegado hasta el Congreso de los Diputados. La primera, fue rechazada pero no se rinde. Constantemente amenaza con volver con otro disfraz. La segunda fue aceptada y ahora se discute sobre como adecuarla a las reglas que marca la Carta Magna. Cada día se cuestionan asuntos trascendentales como el actual modelo territorial, la idea de España o el marco constitucional, es decir, todo lo que Don Juan Carlos representa. Es por ello que sus palabras, este año más que cualquier otro, iban a ser miradas con lupa. No hace falta fijarse mucho para darse cuenta de que los mensajes de Nochebuena de la Casa Real varían muy poco. Alguna frase o párrafo, en función de lo que haya dado de si el año, pero poco más. Si se revisan los discursos, se puede ver como hay partes que se repiten casi idénticas de una Navidad a otra. Puro corta y pega. Recuerda a cuando los estudiantes despistados se ven apurados por entregar un trabajo y se limitan a copiar algo de Internet. Luego, para que nos les pillen, cambian algunas palabras, permutan el orden de algunas frases y listo. Los mensajes del Rey son algo así. De hecho ahora parecen haberle cogido el gusto a eso de cortar y pegar y han trasladado la práctica a las felicitaciones de Navidad. Pero se entiende, las apretadas agendas del travieso Froilan, su hermana Victoria Federica y demás nietos reales, incluida la recién llegada Leonor, no dan abasto. Pero dejando chapuzas y excusas tontas a un lado y volviendo al discurso, las palabras navideñas del Rey si estuvieron a la altura de los acontecimientos. En un principio, pueden parecer más de lo mismo, que preso de su papel representativo, Don Juan Carlos no toma partido y no se moja lo que debería. Pero nada más lejos de la realidad. El discurso de la pasada Nochebuena es el mismo de las últimas tres décadas. Precisamente por eso se equivocan los que ven en la intervención del Monarca una reacción a la situación actual. Es más bien al revés. Son los últimos acontecimientos los que, ahora más que nunca, dan mayor significado a su discurso de siempre. El mensaje navideño de 2005 no aportará nada en el sentido de que se dijese algo distinto a lo habitual, pero si aportará y mucho en el sentido de que los hechos han convertido las palabras de Rey en un claro aviso para navegantes. Lo deja claro al decir: “Mi mensaje de esta noche es bien sencillo. Frente a las tensiones debe prevalecer la intención de superarlas en el marco de los valores de nuestra Constitución”, poco más hay que comentar. También en el otro tema central, el del terrorismo, el Rey no dejó lugar a la duda. Después de insistir en la lucha judicial, policial y la cooperación internacional como mejor forma de combatir esta lacra, recordó que “los terroristas no han cejado (sinónimo de ceder, flaquear, aflojar, recular, o retroceder) en sus objetivos, extorsiones y amenazas”. De momento nadie se ha dado por aludido con estas declaraciones. Tampoco es la intención de la Casa Real ya que no hay motivos para señalar, pero si los hay para avisar. No existen pruebas fiables de que Zapatero haya negociado ya con ETA. En cuanto a los estatutos de autonomía, todo lo que ha traspasado el filtro del Parlamento o era constitucional o se han comprometido a limpiarlo “como una patena“. Cuesta creer que -de aprobarse finalmente el texto- los partidos catalanes se vayan a volver a Cataluña sin lograr ninguna de sus exigencias en ese regateo constitucional en el que se ha convertido la negociación. Pero hasta ahora, todo el mundo es inocente mientras no se demuestre lo contrario. Zapatero ya sabe que todo movimiento que dé sobrepasando los límites que marca la Carta Magna contará con el rechazo firme de la Corona que, pese a quien pese, sigue siendo la máxima institución de España. Ahora bien, cabe esperar que los que hoy avisan mañana tengan el valor de señalar si se da la circunstancia, aunque eso suponga modificar su discurso más allá de un corta y pega.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio