SIN ESPINAS
Las barbas de tu vecino
Por Javier de la Rosa2 min
Opinión06-11-2005
Dice el refrán que cuando las barbas de tu vecino veas cortar pongas las tuyas a remojar. A partir de ahora, la izquierda española acusará a la derecha de apocalíptica y catastrofista si se le ocurre poner sobre aviso a Zapatero ante lo que está ocurriendo en Francia. Esa acusación vendrá como consecuencia de otra previa de la derecha que aprovechará la situación en el país galo para criticar la política de inmigración del gobierno socialista. Luego se enzarzarán durante un buen tiempo hasta desvirtuar el debate olvidando la raíz del problema; y cuando tengan a toda la sociedad dividida, enfrentada y hastiada de tanta discusión, la agenda de los medios y de los políticos -hoy por hoy la misma-, dará carpetazo al asunto hasta que otros desgraciados accidentes civiles vuelvan a levantar la necesidad de ponerle algún parche al problema. En ese momento, como siempre, una política de ese tipo no servirá para que no zozobre esta balsa de aceite llena de miles de agujeros llamada Unión Europea, donde España resurge a la cabeza del descontrol migratorio. Cuando vemos que en Francia hablan ahora de acelerar un plan de integración y cohesión social cuya ejecución se aprobó hace 25 años, sólo nos queda esperar a nosotros un poco más para que crezca esa generación de inmigrantes musulmanes que hoy son ya tan españoles como nosotros. Sin embargo, el dilema que le surgirá a la sociedad española se caracterizará por dos preguntas. ¿La violencia se debe a la pobreza y el hartazgo de los pobres o a la condición musulmana de los subversivos? Y probablemente las dos circunstancias, cada una en su medida, tendrán que ver en este nuevo disparate humano. La sociedad española no se debe dejar engañar otra vez por los políticos, que buscarán de nuevo el enfrentamiento electoral para eludir el problema y no asumir sus responsabilidades. Es contra ellos contra quien hay que rebelarse. A los que se debe exigir que promulguen nacional e internacionalmente una serie de modelos políticos para evitar este tipo de inmigración. Evitar la inmigración no es impedir que vengan a vivir y a trabajar personas a nuestros países sino garantizar que lo hacen con las condiciones que merece una persona. O mejor, favorecer que puedan vivir en su hogar de origen y con sus familias con las condiciones que toda dignidad humana requiere. De lo contrario, esas pobres personas serán las primeras en sufrir, pero al final también todo Occidente quedará dividido y la convivencia pacífica se tornará en una quimera.