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SIN CONCESIONES

Catalanes y españoles

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura2 min
Opinión06-11-2005

Regreso a Madrid tras dos días en Barcelona y lo hago más tranquilo socialmente y preocupado en lo político. En algo más de 24 horas he comprobado que la reforma del Estatuto de Cataluña no es más que un absurdo problema creado por los dirigentes esquizofrénicos que están al frente de la Generalitat. Mientras ellos sólo hablan y discuten sobre el estatuto, los ciudadanos hacen vida normal y permanecen al margen de una polémica sin sentido e innecesaria. Los habitantes de la Ciudad Condal tienen más interés en la creciente inmigración, el tráfico, la inflación y el paro que en el blindaje de competencias, el sistema de financiación ideado por Artur Mas o el reconocimiento de Cataluña como una nación. Basta con subir a un taxi y entablar una pequeña conversación con el conductor para darse cuenta. Uno de ellos, sevillano de nacimiento y andaluz de corazón, se quejaba durante el trayecto de la falta de sentido común de los políticos catalanes. Llevaba más de 30 años en Cataluña y no por eso había dejado de sentirse tan andaluz como español. No entendía de naciones ni nacionalidades históricas ni países catalanes. Su vida era bien parecida a la del ministro José Montilla o la socialista Manuela de Madre. De joven tuvo que emigrar forzosamente a Cataluña. Allí creció, se casó y consiguió un trabajo. Todavía conserva un profundo acento andaluz, signo inconfundible de que emplea poco el catalán. Quiere a su ciudad pero no por ello ha traicionado sus raíces y sus sentimientos paternales. Como él, hay muchos. Jordi Casas representa otro gran ejemplo. Es senador, militante de CiU y muy valiente. Hace unos días, apareció en una cena de dirigentes del Partido Popular sin importarle lo que sus compañeros nacionalistas puedan decir de él. Con una guitarra y junto a tres amigos, cantó habaneras en catalán y en español. Incluso, bailó abrazado a Mariano Rajoy y Josep Piqué mientras los tres exclamaban "¡Visca Catalunya!". A Jordi no le importó que un grupo de periodistas estuviéramos presentes ni que Esquerra Republicana de Catalunya calificara de provocación la presencia en Barcelona de la cúpula del PP. Todo lo contrario. Dio un ejemplo de que la política no está reñida con la amistad y de que el sentido común debe prevalecer sobre intereses partidistas. Porque se puede querer a Cataluña y llevar en el corazón a España.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito