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INMIGRACIÓN

Carta de un inmigrante africano a la sociedad española

Por La SemanaTiempo de lectura3 min
Sociedad06-11-2005

Tras los muros de separación de Melilla, Bashige Michel escribió el pasado mes de octubre una carta a la sociedad española. El motivo de sus líneas es explicar porqué muchos africanos quieren llegar a España y concienciar de que la solución a las tristes situaciones que se ven en las fronteras la podemos conseguir entre todos.

"Señoras y señores de la sociedad española, las palabras no sabrían transmitir lo que siento en este momento en el que me han obligado ¡a la fuerza! a volver desde donde he venido. (...) Pensaba contárselo en persona, una persona que muestra sobre sí los rastros de los malos tratos y de los sufrimientos de un pueblo oprimido y explotado. Pero este muro que ha sido levantado entre ustedes y yo hace imposible cualquier encuentro verdaderamente humano y nos obliga a mirarnos desde lejos como el perro y el gato, aunque todos somos ciudadanos del mismo mundo" (...). "Vengo de un país empobrecido, un país que ha sido saqueado por las multinacionales occidentales desde hace varios siglos y que ha sufrido guerras atroces, a menudo presentadas como guerras civiles, pero que en el fondo son guerras económicas montadas con el único objetivo de saquear nuestros países y enriquecerse al igual que los dirigentes africanos, desgraciadamente al precio de la muerte de millones de mis hermanos y hermanas. ¿De verdad no podemos construir otro mundo en el que cada persona pueda vivir en paz? Comprenden ustedes, somos víctimas de un empobrecimiento continuo, organizado desde occidente, y ejecutado a menudo por medio de nuestros propios dirigentes al servicio de las multinacionales. Son estas guerras de las que yo huyo y de la miseria que han engendrado en mi país. Quiero sobrevivir y ayudar a vivir a mi familia que se ha quedado en África. No quiero morir como una rata atrapada en un incendio. Por eso, como superviviente, vengo a denunciar ante ustedes esta situación inhumana y a pedirles que nos ayuden a construir un mundo justo y humano. Lo que deberíamos comer, lo que debería ayudar a desarrollar nuestros países, va a occidente, bien para pagar las deudas que no hemos contraido nunca, bien para comprar armas que nos matan y nos amputan los miembros, haciéndonos así incapaces de contribuir a nuestra propia subsistencia. Por eso, nos encontramos en una situación tal que no podemos ni cultivar nuestros campos, ni dormir tranquilamente, ni pensar en el futuro de nuestros hijos y de nuestros hermanos. Todo lo que producen nuestros países sirve a los intereses de las multinacionales apoyadas por los gobiernos europeos y americanos y por nuestros propios gobiernos; mientras que nosotros nos morimos de hambre. En nuestros países la muerte se ha convertido en un hecho banal; se ve morir de hambre a los niños día tras día; pequeñas enfermedades que podrían curarse fácilmente con un poco de dinero son causa de numerosas muertes... (...) Ustedes ven hechos parecidos en la televisión; nosotros, por desgracia, nos codeamos con estos horrores todos los días, e incluso entre las víctimas se encuentran nuestros propios familiares ¿Creen que se puede soportar una vida así? Por la noche, mientras esperamos el momento oportuno para poder franquear este muro de separación, nos decimos adiós los unos a los otros. En el fondo, ninguno de nosotros sabe qué tipo de cartucho utilizarán los militares que vigilan la alambrada o si uno de nosotros recibirá un tiro o en qué parte del cuerpo. Tampoco sabemos cómo caeremos desde lo alto de una alambrada de seis metros... (...) ¿Qué futuro? No tengo niguno... Me siento perdido; me siento inútil, inexistente, como si no tuviésemos ningún valor a los ojos de este mundo; como si no fuésemos más que bestias, sólo buenos para el holcausto y el sacrificio. Pero ¡eso es injusto! ¡Tengo que saltar la alambrada!" (...)

Fotografía de La Semana