Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

SER UNIVERSITARIO

Educación que libera

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura3 min
Opinión06-11-2005

Dicebamus hesterna die…” Pocas frases hay tan universitarias como ésta con la que fray Luis de León inició su primera clase tras años de injusto encarcelamiento. Tres sencillas palabras, “Como decíamos ayer…”, encierran toda una lección de vida sobre cómo restarle importancia a las tribulaciones, por graves que sean, que interrumpen nuestra vocación. Tres palabras y una honda lección… con mucho sentido del humor. Pues bien, como decíamos ayer, la escuela de un país no hace grande a un país; sino que un país grande tiene, necesariamente, una escuela grande. Pero no todo lo que debemos decir de ésta ley se reduce a denunciar los complejos de quienes la promulgan. Esta ley es gravemente dañina para la sociedad española en su conjunto, y debemos explicarlo. En primer lugar, esta ley disminuye la calidad de la enseñanza. Contra ella estarán, el 12-N, la mayor parte de las avocaciones de padres, profesores, colegios y sindicatos. La falta de consenso social en su aprobación, sin diálogo con la comunidad educativa, dice mucho de la falta de criterios contrastados a la hora de su elaboración. Desaparecen medidas que eleven la calidad y no aparecen mencionados una sola vez palabras como esfuerzo o mérito personal. Por el contrario, se repiten medidas LOGSE -y otras nuevas- que rebajan el nivel: legalización de los novillos por decisión democrática del alumnado, posibilidad de pasar de curso con tres asignaturas suspendidas, desaparece la reválida para acceder a la universidad, etc. Por último, la medida olvida una vez más prestigiar la autoridad moral del profesor en el aula y fuera de ella. En segundo lugar, esta ley restringe el derecho y la responsabilidad constitucionales de los padres a elegir con libertad el modelo de educación que quieren para sus hijos. Será la administración la que decida, en función de puntos, al margen del interés de los padres por un centro o un ideario determinado. Como sólo se apuesta por la gratuidad en la enseñanza pública, y se ofrece de ésta un modelo único y cerrado, sólo las familias adineradas podrán escoger libremente un centro con el ideario y las características que deseen. Así, se dificultan los derechos de los padres a elegir la formación moral y religiosa de sus hijos. Finalmente, el desprecio a las humanidades y al hecho religioso en este proyecto de ley debe preocupar a todo universitario. El universitario, lo dice la palabra, se orienta hacia todo el universo del conocimiento. Marginar una porción de él es un actitud intelectualmente mezquina. Es más: el universitario busca el conocimiento por ocio, por amor al saber. No lo busca porque sea “útil” social o económicamente. De ahí que los primeros universitarios estudiaran las “artes liberales”, libres de cualquier pretensión utilitaria, frente a las “serviles” u orientadas a ganar dinero u obtener resultados materiales. Los nazis, en sus criterios de exterminio, ponían en primer lugar a humanistas y líderes religiosos -inútiles para el Estado; o, incluso, contraproducentes, porque incitan a pensar-; mientras que mantenían vivos a los “útiles”, “serviles” a los intereses del Estado. Cualquier sistema educativo que coincida en criterio de educación con el régimen nazi resulta inquietante. Haría imposible, entre otras cosas, que cualquier hombre medio, dentro de unos años, pudiera comprender la hondísima afirmación, por su gran libertad de espíritu, de fray Luis. “Como decíamos ayer…” Por la enseñanza en libertad y por la enseñanza que nos hace libres, y porque “en la calle, codo a codo, somos mucho más que dos”, demostremos nuestra fuerza el próximo 12 de noviembre, a las 17 horas, en Neptuno.

Fotografía de Álvaro Abellán

$red

Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach